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Crítica: "En temporada baja", por Paco España

El año pasado, David Marqués estrenó El club del paro, cinta en la que cuatro cretinos matan el tiempo en un Bar mientras se quejan de una existencia miserable, pero a la que no contrarrestan de ningún modo porque solamente saben quejarse y, en el caso de aquella película, lo hacen mirando a cámara. En el caso de En temporada baja estamos ante un grupo de otros cuatro cretinos que tienen una vida miserable, porque no han sabido construirse otra y, en los momentos en los que han tenido una vida mejor, han hecho lo posible para echarlo todo a perder.


Como podemos comprobar, las diferencias entre ambas películas no parecen muchas y, efectivamente, no lo son. En este caso, los cuatro personajes son los interpretados por Antonio Resines, un chanchullero representante de jugadores con fama mohosa al que su mujer abandonó cansada de sus infidelidades y que ahora malvive, como los otros tres, en un bungalow del camping de Puzol, en Valencia; otro es el interpretado por un, ocioso hasta el hastío, Fele Martínez, del que nadie sabe como vive; el tercero, un periodista de investigación venido a menos, venido a nada, está interpretado por Coque Malla, quizás el personaje con mejor tono de todos; y, a estos tres, se une un policía local, interpretado por Edu Soto, cuyo carácter pusilánime ha hecho que su mujer vuele en busca de otras compañías y que le acaba de dejar a su cargo los dos hijos comunes de corta edad.


Este director suele contar en sus repartos con actores y actrices muy relevantes, porque, además de los citados, también vemos a Rosana Pastor (Tierra y libertad) como la ex mujer del representante; Ana Milán (Camera Café) como la ex mujer del policía; Nacho Fresneda (El Ministerio del Tiempo); Marta Belenger (Camera Café); y su habitual actor fetiche, Eric Francés. La película comienza cuando tres de los personajes masculinos salen de su bungalow por la mañana y se alinean en una duna, próxima a la playa, para orinar mirando al mar, una imagen muy bucólica y, además, una guarrada porque se supone que esta acción la llevan a cabo todas las mañanas en el mismo lugar.


Termina con la misma situación, pero esta vez son cinco los que desalojan su vejiga. Este argumento circular que comienza y termina en el mismo lugar y con la misma acción y disposición de los personajes, da una idea clara de la progresión que han tenido estos durante el metraje, absolutamente ninguna, una situación que produce cierto agotamiento al espectador, que en este caso se mitiga por la profesionalidad y oficio de los actores protagonistas, que mantiene en pie unos personajes con un gran vacío existencial y también neuronal.