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Crítica: "Unwelcome", por Javier Collantes

Otro género cinematográfico, literario, teatral, en sus diversos lenguajes suscita interés en el espectador, lector en una argumentación de sustos, miedo o sorpresas. El miedo como parte del entramado del film creado para entretener o dirigirse a un más allá... películas que siempre sostienen su peso específico en su lectura e imaginación. Es la llamada del terror hasta su final. Unwelcome es un film de trazo sencillo, dirigido con tono modesto por Jon Wright, entregando, en su puesta a punto, un relato de clase B, a la antigua usanza, salpicado de cambios en dos partes que, de modo irregular, entretiene sin pretender nada, logrando su cometido.


Este film de Reino Unido, rodado a golpe entre Gremlins y Critters, pasa por la mezcladora de un cuento irlandés, entre duendes y amenazas, luchas de vecinos violentos, la explosión de un film menor, desequilibrado en ritmo narrativo pero que se ve sin necesidad de exigencias a nivel general, un film que no molesta para contar la historia de una pareja de londinenses que espera su primer hijo, que han heredado una casa rural en Irlanda y que, aprovechando la ocasión para olvidar su estancia en un barrio de Londres, escapan a un lugar más tranquilo. Sin embargo, en esta nueva casa les advierten de una presencia maligna desde hace muchos años. Al contratar a una empresa familiar de reformas, las cosas se torcerán y deberán proteger sus vidas ante dos frentes que están para destrozar a esta pareja, una especie de espiral tan brutal como inquietante.


La película no se sostiene por una fotografía que apenas se aprecia y una banda sonora inexistente, a pesar de contar con unas interpretaciones razonablemente justas, una película de paso al error, al susto, entre humanos, figuras escondidas que aparecen, en un tablero de gentes peligrosas y las criaturas salidas del espacio ochentero como si contempláramos los recovecos de palomitas y refrescos fílmicos sin tratamiento edulcorado, cine de otra letra, cine en bruto que se ve y se olvida. Unwelcome no disturba en ningún momento, vale, cumple sin más notas que las de una partitura simple.