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Crítica: "Tár", por Jesús Caro

Tár es el retorno a la dirección de largometrajes de Todd Field, cuya corta filmografía está formada, aparte de la cinta que me ocupa, por En la habitación (2001) y Juegos secretos (2006), en las cuales Field también participa en las tareas de escritura, solo que en esta ocasión acomete dicha labor en solitario y no sobra decir que de manera brillante. Tár es el retrato completo y complejo de una directora de orquesta, tanto en su aspecto personal como en el profesional.


La película nos sumerge en el ambiente de la música clásica, que marca la totalidad de la cinta, y el mundo donde se desarrolla la historia. Su puesta en escena es espectacular. La destreza demostrada, por ejemplo en un plano secuencia en la que el personaje de Lydia Tár está enseñando a sus alumnos, es una locura. Los diálogos consiguen despertar el interés sobre asuntos artísticos y el surgimiento de temas que invitan a la reflexión: la responsabilidad de un cargo de poder, los abusos de poder, la egolatría, la ambición, el dilema ético de separar al artista de su obra y la situación de la sociedad actual en plena era #MeToo.


Y con todo, quien deslumbra, con un trabajo apabullante y que lleva la práctica totalidad del peso del film, es Cate Blanchett. Un trabajo interpretativo absolutamente genial dotando a su personaje de una gran riqueza emocional, con sus fortalezas y sus debilidades. Tár es una obra detallista, rica en matices, desafiante. Invita a la reflexión y el debate sobre la cultura de la cancelación, la complejidad del proceso creativo y con una protagonista hipnótica y memorable.