script

Crítica: "Almas en pena de Inisherin", por Jesús Caro

Catorce años después del estreno de Escondidos en Brujas, el director y sus dos protagonistas se reúnen en esta cinta de casi inclasificable género en la que conviven una comedia desbordante de humor negro y un drama extremo cuyo punto de partida argumental, de aparente simplicidad, esconde una muy interesante reflexión sobre la simplicidad/complejidad del comportamiento humano y la crudeza existencial. La ruptura de la amistad entre los protagonistas, Colin Farrell y Brendan Gleeson, es el motor de arranque y, al mismo tiempo, desencadenante de todos los sucesos que se derivan de ello.


Posee una enorme carga de tristeza y, en paralelo, muchísimo humor no exento de momentos sorprendentes que dejan petrificado al espectador en su butaca. El sentimiento de comunidad, lo que supone la exclusión de dicha comunidad, las relaciones interpersonales, el rechazo, la incomunicación, la convivencia con la soledad... Martin McDonagh hace un ejercicio de maestría en el cual crea comicidad (un humor negro tan divertido como absurdo) de momentos nefastos sin perder, en ningún instante, el sentido emocional del relato, al que hay que sumar los puntos comunes que se establecen entre la separación de dichos personajes protagonistas y la guerra civil de Irlanda, tiempo en el que se desarrolla la cinta.


Almas en pena de Inisherin puede presumir de tener un guión sublime que sorprende en más de una ocasión, que expone el ego y la toxicidad masculina, con una puesta en escena excelente y cuyo reparto está sensacional. Desde los secundarios, Kerry Condon y Barry Keoghan, hasta Brendan Gleeson y Colin Farrell (derrochando una grandísima química) están PERFECTOS en sus respectivos papeles. Demostración de cómo el cine nos puede remover emocionalmente, hacernos reflexionar y sobre todo algo tan necesario como provocar la risa, aceptando todo tipo de humor.