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Fuera de Serie: "'La Casa de Papel', un exitazo de masas que fue perdiendo fuelle", por Daniel Soriano

Con millones de seguidores por todo el mundo, La Casa de Papel fue uno de los fenómenos globales más explotados comercialmente por la plataforma Netflix. En primera instancia, fue estrenada para el público español en Antena 3, pero la multinacional americana no tardó en poner en marcha su particular 'modus operandi', consiguiendo, a base de talonario, hacerse con todo 'show' que aportase inmensos beneficios. Y así fue como la fórmula 'Netflix + Casa de Papel = Descomunal fenómeno de masas' tuvo lugar tras la adquisición de los derechos a finales de 2017, cuando sólo contaba con una temporada. Una 'all-in' en toda regla. En el juego, el azar te puede llevar por el camino de la amargura o de la fortuna. Fue este segundo trayecto el que, gracias al potentísimo marketing de la corporación americana, transitaron los productores españoles.


Y es que es innegable que la 'fiebre' y la 'locura' que generó la serie en sus primeras temporadas no se había visto jamás en la plataforma, siendo todavía la serie no americana más vista de Netflix. Pese a que las máscaras del icónico Salvador Dalí acompañadas del característico mono rojo de los protagonistas eran el disfraz más repetido de Halloween y Carnaval; así como el 'boom' de la banda sonora, Bella Ciao, que, pese a su antigüedad (data de la resistencia antifascista italiana de mediados del siglo XX), empezó a destronar todas las listas de éxitos musicales; los intentos de remasterización (como la reciente versión coreana que lleva el mismo nombre)... todo se fue estancando con el paso del tiempo.

Uno de los pecados más habituales de ambiciosos proyectos cinematográficos es la sobreexplotación, y como Élite, La Casa de Papel es uno de esos vivos ejemplos. A la serie, obra de Álex Pina (que ya poseía un sólido historial con Vis a Vis, El Barco o Los Hombres de Paco), no se le puede negar que está plagada de emoción y tristeza. La verdad que uno de los puntos mejor potenciados de la ficción española es su dinámica adictiva, manteniendo a los espectadores preguntándose constantemente qué podría pasar en el próximo episodio o temporada a través de intrigantes 'cliffhangers'. Sigue a un grupo de ocho ladrones mientras ejecutan un atraco en la Casa de la Moneda de España. Mientras los ocho ladrones secuestran y se encierran en el edificio, se enfrentan a muchos desafíos para mantenerse con vida y encontrar una manera de robar el preciado oro.

La idea original se antojaba rompedora a la par que atractiva: serie dramática, de suspense, con unas primeras entregas convincentes y tintes de aventura y amor. No obstante, llegó el momento del contraste con las últimas temporadas en el Banco de España. Una antítesis del origen, donde predominaba el estilo melodramático de la fatalista narradora, Tokyo (Úrsula Corberó), alternando 'flashbacks' y el desarrollo del atraco con un plan inmaculado a prueba de errores y donde sale siempre victorioso el 'anarquista' grupo de ladrones (o justicieros de la sociedad como eran denominados por el pueblo llano).

Ese frenesí chocó con el avance de la quinta y última temporada (donde hubo un lavado de cara al elenco), con un protagonismo más coral y el absoluto disfrute del desorden de la trama, emocional y sangriento. Las secuencias de acción en esta entrega, por ejemplo, son abundantes, pero algo tontas, con multitud de errores frecuentes y escandalosos dejándose llevar por el rimbombante ritmo del thriller. No sería justo tampoco tildar la serie de pésima, para nada. Pero sí 'peor' de lo que apuntaba inicialmente, con las primeras entregas, cuyo 'delivery' rozaba la excelencia, y prueba de ello fueron los acérrimos fanáticos que cosecharon. Sin embargo, siempre quedarán en el recuerdo, aunque lejos, aquellas hordas multitudinarias en varios países, donde la gente se abalanzaba al set de rodaje por el furor del (aquel) fenómeno: La Casa de Papel.