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Crítica: "Pacifiction", por Paco España

He de reconocer que llevo bastantes años manteniéndome a una distancia prudencial del singular director gerundense Albert Serra. Desde que hace años tuve un acercamiento a una de sus primeras películas, Honor de Caballería, me di cuenta de que su narrativa estaba muy alejada de la que me podía interesar. Este año ha estrenado la co-producción franco-luso-española Pacifiction y todo han sido elogios. A Carla Simón, la directora de Alcarràs, le parecía inexplicable que no estuviera nominada a los premios Forqué y, según la prestigiosa revista francesa Cahiers du Cinema, es la mejor película del año, bueno realmente la revista no dice nada, lo dicen los que escriben en ella. Con el reciente estreno en Filmin me propuse volver a ver la última propuesta de este director, con la decidida intención de que me gustara, porque sus 165 minutos de duración suponían una inversión considerable de tiempo.


Trata de un alto comisionado francés que intenta hacer negocios en la Polinesia francesa, manipulando población y autoridades, tanto civiles como religiosas, al mismo tiempo que le llega información de que su gobierno podría reanudar las pruebas nucleares en la zona, lo que arruinaría sus pretensiones. Está protagonizada por el estupendo actor francés Benoît Magimel, al que muchos descubrimos, junto a Isabelle Huppert, en la turbadora película de Michael Haneke, La pianista. Aquí interpreta un papel que recuerda a Gerard Depardieu con 30 años menos. La película posee imágenes de gran belleza, especialmente en lo que se refiere a la descripción paisajística de lugar del planeta en la que se desarrolla. Además del trabajo de Magimel, aparece brevemente el actor español Sergi López (Mediterráneo) y una actriz de nombre Pahoa Mahagafanau, que desconozco si es transexual o interpreta a una mujer transexual, pero cuya presencia representa un aliciente en cada plano en el que aparece. El visionado de esta película me ha resultado un auténtico sufrimiento, porque durante casi tres horas he tenido que luchar de una forma denodada contra el enorme aburrimiento y desinterés que me producía, salvo alguna secuencia o plano aislado, como la que tiene con unas autoridades locales que huele a corrupción por todos lados, pero el director tiende a terminar esas secuencias por la vía rápida. Mientras que otras en las que no se cuenta nada especial, quedan estancadas en la ensimismación.


Se dan otros casos en los que vemos un plano general de un grupo de personas mientras hablan y no podemos distinguir quien lo hace. El lenguaje cinematográfico indica que es necesario hacer una plano medio o medio americano de la persona que habla, o primer plano si la importancia o trascendencia de lo que dice es muy alta. Si no es así, entiendo que es un error, pero si eso se entiende como un nuevo e innovador lenguaje cinematográfico ya no digo nada. Hubiera preferido que me hubiera gustado esta película, pero no ha sido así, no obstante animo a cualquier aficionado al cine, especialmente al cine no convencional, a que la de una oportunidad. Yo me mantendré alejado de las propuestas de Serra al menos hasta que me reponga, pero no de sus entrevistas, ya que concede muy pocas y, en una reciente aparición en el programa Días de cine, además de su singularidad, se puede apreciar su enorme inteligencia.