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Crítica: "El universo de Oliver", por Paco España

Estamos ante la historia de un pre-adolescente de 13 años que tiene que buscarse la vida cuando su familia, originaria del Campo de Gibraltar, regresa de Madrid para vivir en la casa del abuelo, recientemente fallecido. La situación económica de la familia es muy mala, similar a la que estamos viviendo actualmente con una inflación galopante, con el padre sin empleo y flirteando con la ludopatía, mientras la madre intenta hacer magia con los pocos recursos de los que dispone para llevar adelante la familia y al propio matrimonio. En esta difícil situación, Oliver intenta hacerse un hueco en el grupo social, en el que hay una joven que le hace mucho tilín, mientras un grupo de adolescentes gitanos le acosan por su menor edad.


Para escapar de esta situación echa mano de su gran imaginación y, aprovechando el paso del cometa Halley en 1985, da vida a su abuelo, solo en su mente, para hacer de su vida algo menos duro que la realidad en la que está inmerso, todo esto con la perspectiva de un importante partido de futbito en el barrio, contra el grupo de gitanos mayores, que será el día de reyes y permitirá usar la pista deportiva para siempre al que lo gane. Con esta premisa se desarrolla esta película de una manera bastante cansina, que permanece en bucle durante todo su metraje sin avance en las situaciones y recreando, una y otra vez, la misma realidad, lo que hace que su metraje de 112 minutos se antoje mucho más largo de lo que es realmente. Se mantiene por el interesante trabajo de la mayor parte de su reparto: Salva Reina (Con quien viajas), mucho más contenido en este papel que en otros suyos anteriores que resultaban irritantes, al menos para el que esto escribe; una sobria María León (Los Japón), que es capaz de dar lo mejor de si misma en papeles dramáticos; además de un sorprendente Pedro Casablanc (La jefa), como abuelo, que solamente existe en la imaginación del protagonista y que recuerda a Doc, al científico loco de la saga de Regreso al futuro interpretado por Christopher Lloyd.


El niño protagonista está interpretado por Rubén Fulgencio, otro miembro de la saga del mismo apellido junto a su hermana Luna. La película está dirigida por Alexis Morante, habitual director de documentales -muy especialmente sobre Enrique Bunbury, con algún tema musical de éste compuesto para la película- y con dos cortometrajes que tuvieron una gran trayectoria hace diez años: La voltereta y, sobre todo, Matador on the road, con el desaparecido Juan Diego. El universo de Oliver no es una película sin interés ni valores, que los tiene, pero su desarrollo y carácter tan previsible hizo que me alegrara al ver aparecer los primeros títulos de crédito que anunciaban el final de la misma. Se puede ver el Filmin.