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Crítica: "Los renglones torcidos de Dios", por Paco España

Los renglones torcidos de Dios es una película basada en la famosa novela que el periodista, corresponsal y político Torcuato Luca de Tena publicó en 1979, en plena transición y en los albores de la democracia en España. Aunque fue publicada en un momento con tanto significado social y político, no puede encontrarse en la película ningún atisbo relacionado con aquella época. Fue muy conocida la trayectoria pública del autor de la novela, al ser nieto del fundador de la revista Blanco y Negro, además de ser corresponsal en Londres por ABC durante la Segunda Guerra Mundial. Para la escritura de la novela en la que se basa esta película, se introdujo de incógnito en un sanatorio psiquiátrico, o manicomio como se denominaban entonces, haciéndose pasar por un interno para poder estudiar de primera mano las situaciones, los comportamientos y las personas que se podían ver allí.


La película está dirigida y coescrita por Oriol Paulo, responsable de películas como Durante la tormenta, Contratiempo o El cuerpo, propuestas muy elegantes y provistas de una técnica impecable pero con argumentos de efímero recuerdo y sin una gran profundidad. Los renglones torcidos de Dios incide e incrementa lo visto en sus películas anteriores. Se podría decir que se trata de un excelente juego intelectual entre los personajes de la película, especialmente entre los dos protagonistas, en medio de la investigación por un crimen, que resulta atractivo por una elegante y sofisticada puesta en escena y por una interpretación excelente de todos los que participan. Se pueden distinguir tres capas en los que se refiere a la relevancia de los personajes: los principales, interpretados por Bárbara Lennie (El agua), especialmente ésta, y por Eduard Fernández (Mediterráneo); un segundo nivel a cargo de actores y actrices tan competentes como Pablo Derqui (Dos), Loreto Mauleón (Patria) y Javier Beltrán (Apagón); y el resto con papeles de menor entidad, pero todos ellos muy solventes y bien interpretados. Hasta este punto podría ser comparada con las mejores adaptaciones de las novelas de la escritora Agatha Christie.


Ahora entramos en el análisis del guion, adaptación de la novela de Torcuato Luca de Tena, que juega con una importante carta marcada para llevar a cabo el espectacular giro final, que no lo es tanto. Además, durante el metraje podemos encontrar diversos desajustes que afectan a la credibilidad y que debemos pasar por alto para seguir contemplando las excesivas dos horas y media de metraje, que se ven lastradas por un comienzo en el que vemos un incendio que se produce al final de la historia pero que aparece al inicio para incrementar su espectacularidad, algo que crea confusión y fuerza que varias secuencias se repitan en dos momentos diferentes de la película, incrementando su duración de manera inapropiada. Los renglones torcidos de Dios no pasará a la historia como una de las mejores películas del género al que pertenece, pero solamente por su excelente ambientación y sus interpretaciones de gran altura merece la pena su visionado.