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Crítica: "La voluntaria", por Paco España

La capacidad de la realizadora barcelonesa Nely Reguera para construir arquitecturas humanas ya quedaba demostrado en el deslumbrante cortometraje Pablo y, posteriormente, en su debut en el largometraje en María (y los demás), recientemente visto en el programa Versión Española de La 2 y disponible en RTVE Play. Aunque, en esta película, si estamos de acuerdo en la idea de que la vida sonríe a las personas guapas, la apariencia física de la actriz Barbara Lennie no me cuadra con la de su personaje. En ocasiones, pequeños detalles en la elección del casting o en la construcción del guion hacen que se resienta la credibilidad de manera innecesaria. Algo así sucede en La voluntaria, en la que el personaje principal, interpretado por una magnífica Carmen Machi, representa a una doctora jubilada, algo que no me cuadraba del todo.


No me puedo imaginar que una persona que ha dedicado toda su vida a la medicina tenga tan poca idea de las necesidades en un campo de refugiados, carente de todos los servicios esenciales mínimos. Aún así, estamos ante una buena película que construye una arquitectura emocional y humana de una manera muy efectiva. El gran trabajo de Carmen Machi, que es una actriz nada convencional -tanto en su apariencia como en su timbre de voz o su estilo interpretativo-, nos muestra, con una claridad meridiana, la diferencia que hay entre colaborar con gente necesitada y encauzar las propias frustraciones personales mediante el voluntariado, que es fruto, parcialmente, de la superioridad que siente alguien que vive en partes del mundo muy favorecidas y que quiere ayudar, pero la diferencia entre esta intención y la ayuda que es realmente necesaria puede ser enorme. Además, se puede tender a camuflar las carencias personales con la colaboración, como sucede en esta película, en la que se puede apreciar la frustración de la protagonista por no haber podido ser abuela con ninguno de sus tres hijos. Las decisiones que va tomando son cada vez más erróneas y contrarias al sentido de la colaboración desinteresada.


Además, el compromiso, de enorme solidez en un principio, se va resquebrajando según las situaciones se van complicando y empieza a añorar la cómoda vida del primer mundo. Algo que está desarrollado en la película de manera excelente por la directora y también coguionista, apoyado en la actriz principal. El contrapunto, como férrea responsable de la ONG interpretada con mucho acierto por Itsaso Arana (La virgen de Agosto, Reyes de la noche), le proporciona una gran riqueza. Su personaje es responsable de hacer respetar las normas y las jerarquías dentro de la organización, algo que puede parecer excesivo, pero estas normas se revelan necesarias y con todo el sentido según se van desarrollando la acción y los hechos, porque la colaboración y la obstrucción están separados por unos hilos muy finos que tienden a entrecruzarse si los conceptos básicos no se tienen muy claros.