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Crítica: "Jurassic World: Dominion", por Javier Collantes

El atractivo espacio de las criaturas y especies de hace millones de años es, sin lugar a dudas, un reclamo de cine para dinosaurios, historias y leyendas, reales e imaginativas, aportes a los terrenos argumentales de la pantalla grande y las publicaciones e ilustraciones literarias, todo ello bajo el manto de una grandeza vista en infinidad de clásicos modernos, ilusiones de una ciencia ficción de colosales dimensiones.


Parque Jurásico marcó una época dorada en este modo de tratar a tan grandiosas especies del reino animal. Después de tres películas sobre Jurassic Park en la década de los años 90, una saga más otros títulos en la derivación de este universo, nos llega Jurassic World: Dominion, que, bajo la dirección de Colin Trevorrow, secuela final de alto presupuesto, un 'blockbuster' a la nueva usanza. Dirigido con pulso, el film consigue, en principio, un cierto interés, sobre manera para los seguidores de esta sexta entrega de la franquicia en su nivel total. Un tiempo después de la desaparición-destrucción de Isla Nublar, los dinosaurios conviven y cazan con los seres humanos en todo el planeta, un equilibrio aparentemente tranquilo que cambiará el futuro y determinará la cúspide de los depredadores.


Cambios, investigaciones, alteraciones, genética... Con un halo nostálgico, Jurassic World: Dominion resalta, fundamentalmente, por las participaciones (e interpretaciones aceptables) de Chris Pratt; Bryce Dallas Howard, quizás el personaje con más intensidad; los regresos de Laura Dern, Jeff Goldblum y Sam Neill... Una fotografía adecuada y una banda sonora simple son los elementos de un film, en principio, de puro entretenimiento. Sus tramas resultan desiguales, con algunas secuencias logradas a base de persecuciones que, más bien, parecen cine de acción sin más. Al film, que se antoja poco esclarecedor, por un lado le falta emoción y pasión, y, por otro, sin embargo, rezuma frialdad entre fx y animatrónica, además se queda por momentos en una escasez de humor, langostas, T-Rex...


Atropellada y con demasiado metraje, Jurassic World: Dominion se aleja del espíritu de Michael Crichton y, por encima de cualquier otra circunstancia, del primer y extraordinario Parque Jurásico, una película simplista, con mensaje ecologista, cambio climático y clichés de baja intensidad, se deja ver pero carece del entramado suficiente como para emocionarnos, endeble, entretenimiento sin más, ADN fílmico de laboratorio.