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Crítica: "X", por Jesús Caro

Nueva muestra del buen estado de salud en el que se encuentra el género de terror en nuestros días, más allá del abuso de secuelas, re-inicios o 'remakes' que imperan desde hace décadas en el panorama cinematográfico. En este caso, el máximo responsable del film, Ti West -quien se ocupa de la producción, guion y dirección-, nos presenta una cinta de terror que homenajea, sin ningún tipo de pudor y de manera acertada, al cine de los 70, recordándome, por ejemplo, al clásico de 1974, de Tobe Hooper, La matanza de Texas, o a La última casa a la izquierda, de Wes Craven, del año 1972, por la angustia que provoca y la crudeza de sus imágenes.


El film de West es duro y muestra la violencia de manera contundente, no escatima en sangre, pero va más allá de ser una historia plagada de asesinatos y muerte. También es un relato de la represión de la América profunda, de sus miedos y de cómo ésta choca frontalmente con el auge de la liberación sexual y de los tabús que la rodean, tornándose como una fusión de 'slasher'/porno de lo más curioso con una distinguida ambientación. Quizás peque de no ser el argumento más original, pero sí el tratamiento del mismo: un grupo de jóvenes llega a una zona rural de Texas para rodar un film 'para adultos', donde serán las victimas perfectas de una pareja de ancianos.


La historia se cocina poco a poco, a ritmo progresivo, con planos muy cuidados, dando profundidad y potenciando la tensión, pero, al mismo tiempo, con certeros golpes de humor. X muestra el contraste entre personajes que pretenden una vida de excesos y diversión mientras son jóvenes y aquellos que afrontan el paso del tiempo y la vejez con la añoranza de la pasión y la juventud, con un sentimiento de resignación de no tener lo que quieren. X es, para los amantes del género, una delicia, divertimento que da mucho y muy mal rollo, enfermiza, dura y sangrienta, y, entre la acertada selección musical, destaca el enorme trabajo de Mia Goth en un doble papel.