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Crítica: "Ojos de fuego", por Jesús Caro

La obra literaria de Stephen King ha sido una fuente casi inagotable para un gran número de adaptaciones tanto cinematográficas como televisivas en formato series o miniseries durante varias décadas, e incluso algunas de sus novelas tienen por ejemplo más de una adecuación. Mencionar Carrie, hecha película en 1976 por Brian De Palma y en 2013 por Kimberly Peirce; La zona muerta, film de 1983 dirigida por David Cronenberg y serie protagonizada por Anthony Michael Hall desde 2002 a 2007; El resplandor, largometraje de 1980 dirigido por Stanley Kubrick y su 'equivalente' en miniserie televisiva en 1997 de 4 horas y media de duración; Apocalipsis, la cual tuvo dos series, una en 1994 y otra en el 2020; It (Eso), miniserie de 1990 y dos películas en 2017 y 2019; o los dos films que beben del libro Cementerio de animales, del 2019 y de 1989 que aquí se tituló El cementerio viviente.


En esa pequeña lista se puede incluir esta nueva versión de Ojos de fuego -la anterior data de 1984, fue dirigida por Mark L. Lester y protagonizada por Drew Barrymore-, producción que corre a cargo de Blumhouse como especialistas en el género de terror, creadores de un enorme número de secuelas y de 'remakes' de cualquier título medianamente significativo de dicho género. A priori, cabría esperar que, tanto por el material en el que se basa la cinta como por sus responsables -su director Keith Thomas debutó con la cinta de terror The vigil-, no habría ningún tipo de problema a la hora de, por lo menos, garantizar algún que otro susto al personal, o mantener cierta tensión o miedo durante la duración de la misma. Pues no es el caso. Desde los primeros compases de la misma se nota una total y absoluta apatía tanto en la dirección como en el trabajo de los actores. Además, lo que sobre el guión es una oportunidad de establecer una atmósfera inquietante y con suspense es un trozo de celuloide falto de emoción y no solo en lo que respecta a la parte sobrenatural del relato.


Puede uno pensar que, en realidad, la atención del film sea la parte dramática de sus protagonistas, las relaciones familiares -especialmente padre e hija- así como el conflicto derivado de los diferentes criterios de los padres de la niña sobre su bienestar y qué es lo mejor para ella -si un adiestramiento de sus 'poderes' o simplemente protección-. Dato importante éste pues surge para dar algo de tensión al relato la figura de un asesino implacable y constante amenaza sobre ellos. La nueva 'revisión' de Ojos de fuego es una propuesta insulsa, con unas poco convincentes interpretaciones, una desaprovechada banda sonora compuesta por John Carpenter, Cody Carpenter y Daniel A. Davies, una muy mejorable puesta en escena y unos efectos especiales que dejan bastante que desear. Una cinta tan fácil de olvidar como lo que tarda en arder todo aquello que rodea a su joven protagonista.