Se nota la generosidad de medios que ha puesto Netflix al servicio de esta comedia, también producida por Morena Films del cántabro Álvaro Longoria. Una producción que tuvo que ser interrumpida por el confinamiento que actrices como Carmen Machi y Yolanda Ramos tuvieron que guardar cuando el coronavirus comenzaba a ser un problema mundial. En algún momento se nota la falta de continuidad en alguna de las acciones, así como, para el espectador muy detallista, ligeros cambios de aspecto de algún personaje dentro de la misma secuencia, producto del tiempo transcurrido entre el inicio y el final de la misma. La historia comienza con el personaje de Quim Gutiérrez abandonado al pie del altar por su novia, como le ocurría al mismo actor en Primos, de Daniel Sánchez-Arévalo.
Esta vez, un Ford Capri rojo, conducido por el actor y modelo Andrés Velencoso, irrumpe a toda velocidad en la ceremonia y se lleva a la novia delante de todos los invitados (claro, así cualquiera) dejando al novio 'compuesto y sin novia', con todos los gastos pagados y sin cambiar su estado civil. Por eso, en una loca idea, para aprovechar la pagada luna de miel en Isla Mauricio, se va con su madre a ese paraíso. La película tiene un impecable aspecto técnico y un argumento previsible al 100%, pero aún así logra hacer de su visionado una experiencia agradable, en la que se puede disfrutar de los maravillosos escenarios naturales, del trabajo interpretativo de actores y actrices con grandes dotes para la comedia, como los citados Quim Gutiérrez (Ventajas de viajar en tren), Carmen Machi (Nieva en Benidorm) y la descomunal y personalísima Yolanda Ramos (Paquita Salas), y con papeles instrumentales, pero necesarios para contar esta historia, como el propio Velencoso, Celia Freijeiro (La playa de loa ahogados) o Dominique Guillo, desconocido por estos lares. Todo esto, cocinado con temas musicales muy conocidos como el famoso tema Pavo real, de José Luis Rodríguez 'El Puma', con el que es imposible no mover el esqueleto.
Aunque la película se desarrolla por los claros terrenos de la comedia, tiene espacio para reflexiones serias sobre lo que significa el compromiso, la sinceridad, la vida en soledad o en pareja, y, sobre todo, la maternidad y los sacrificios inherentes que suele llevar, que la mayoría de las veces no son agradecidas ni reconocidas, porque se supone que una mujer que es madre tiene que renunciar a muchas de sus expectativas por esa condición, cuando no debería ser así, pero en muchas ocasiones lo es sustentado en una generosidad ilimitada. Su director, Paco Caballero, es responsable de comedias de este tipo como Donde caben dos o Perdiendo el este, aunque en Amor de madre ha encontrado un punto de afinamiento superior de todos los elementos de la película.