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Crítica: "Compartimento Nº 6", por Javier Collantes

El cine como complemento de un arte que imita o desarrolla las diferentes fases en la vida de un ser humano, definiciones, teorías o imitación de la propia vida, cine y experiencias según sus autores, o, en muchos casos, las vivencias de un cineasta. A este ejemplo corresponde el film Compartimento Nº 6, una experiencia cinematográfica que, dirigida por Juho Kuosmanen, nos introduce en una historia peculiar y, a su vez, con los efluvios de un cine procedente de Finlandia que, por momentos, nos acerca al cine de Kaurismaki, detalles de Jarmusch y esencias de Coixet.


Compartimento Nº 6 es una delicia de romance sin romanticismo al uso, donde lugares y trenes llenan un relato raro, que, como la canción Voyage, Voyage -y dos extraños son-, conforman una hermosa historia de 'road movie train', aparentemente áspera, gélida, sobre dos personas antagónicas, tan ártica que te absorbe en cada secuencia. La soledad, el humanismo, si pudiera recordar a otra película, Antes del amanecer, pero con mayor calibre en su relato cinematográfico, un drama realista, con componentes de la nieve, una videocámara, un Walkman, y los recuerdos de Moscú, se contempla una maravillosa película que distribuye su relato entre un ruso y una finlandesa hasta su final. Un compartimento, dos desconocidos, una convivencia, un viaje, dos seres destinados a comprenderse, a vivir, a estar en un momento, la compañía, las miradas, el destino, una pareja distinta, una historia casi mágica de dos personas -ella una estudiante universitaria, él un obrero- de países diferentes al borde de la comprensión, dos estructuras de pensamientos distintos.


Basada en la novela homónima de Rosa Liksom, en la versión de lenguaje fílmico, con la textura fotográfica de 35 mm, conforma una bella adaptación libre. Los registros interpretativos de Seidi Haarla y Yuriy Borisov salpican sensaciones. Compartimento Nº 6 es un film de calado profundo, sin aspavientos, sin trucos melodramáticos, un viaje desde un compartimento hacia un yacimiento, en este caso el arqueológico de Múrmanks, llamado ser, estar y vivir, aunque la máxima 'se vive como se sueña, siempre solo' está ahí, una magnífica película de vías anchas y sin final.