Expresado desde el más sincero de los cariños, Canallas es una estupidez supina, una comedia que pretende ser graciosa y con ritmo pero toda la gracia y el ritmo ya aparecían en el trailer de dos minutos. Una vez dicho esto, la persona que se está tomando la molestia de leer estas líneas puede dedicarse a hacer otra cosa más interesante como observar la línea del horizonte o fijarse en la persona que está su lado y, por supuesto, no digo nada sobre la cantidad de actividades que se me ocurren como alternativa al visionado de esta película. He de decir que su director, el televisivo Daniel Guzmán, muy conocido por su aparición lejana en la serie Aquí no hay quien viva, me cae muy bien y como director tiene un excelente cortometraje titulado Sueños, que ganó muchos premios en festivales -incluido el Goya al Mejor Cortometraje de Ficción en 2004 con todos los merecimientos-, además de que su primera incursión en el largo fue todo un éxito con la estupenda película de corte social A cambio de nada, película en la aparecía su abuela, Antonia Guzmán, con resultados notables.
Pero utilizar actores y actrices no profesionales puede ser un arma de doble filo, puede salir bien, como en su anterior largo, o puede salir mal, como en el caso de Canallas. En este caso, el protagonista absoluto es su amigo Joaquín González, que no interpreta, hace de si mismo y logra que lleguemos a hastiarnos de su presencia en la primera parte de la película, en la que padecemos una auténtica sobredosis de este señor haciendo sus cosas. Por otra parte, es un error imperdonable del director, que se lo debe pasar muy bien en su compañía, pero eso no debe ser suficiente para darle el protagonismo de una película por la que pago ocho euros por la localidad, por eso, en cierto modo me siento un poco estafado. Aparte de aparecer este estrafalario señor, con el que hay serios problemas para entender lo que dice, también aparecen otros miembros de su familia, incrementando el reparto de actores no profesionales.
No tengo la menor duda de que se lo han pasado en grande mientras rodaban, pero esa sensación no ha traspasado la pantalla, al menos en mi caso, en el que ha sido la vergüenza, la sensación predominante como espectador. Al menos Daniel Guzmán, como director, ha logrado igualar las interpretaciones haciendo que actores de la calidad de Luis Tosar haga uno de los peores trabajos que recuerdo, para no desdecir, de esa manera del trabajo del protagonista, algo que podría decir también de otros grandes como Julián Villagrán y Antonio Durán 'Morris', que tampoco quieren desdecir. En su línea habitual está Luís Zahera, en un papel que parece extraído de la exitosa serie Entrevías. Con esta película me queda la esperanza de que otros espectadores puedan disfrutar más de lo que yo he podido y que Daniel Guzmán coja el camino, que ya sabemos que conoce, para ofrecernos productos que traten a los espectadores como seres provistos de cierta inteligencia.