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Crítica: "La Fortuna", por Paco España

La Fortuna es una miniserie, de seis episodios de 50 minutos cada uno, que trata un hecho real muy cercano en el tiempo: el conflicto judicial y diplomático que se desencadenó para recuperar el patrimonio español que la empresa norteamericana Odissey, provista de grandes avances tecnológicos y dedicada a la expoliación sistemática de naves antiguas hundidas, había conseguido extraer de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, hundida en 1804, cerca de las costas de Cádiz. La situación, que se inició en 2007 con la extracción de las monedas sin ningún criterio arqueológico y terminó con la recuperación de las mismas por parte del estado español en 2012, es, cuando menos, interesante, pero se puede apreciar, desde el principio, que el extraordinario nivel de medios económicos disponibles para su realización está muy por encima del acierto obtenido.


Aun así, los medios técnicos utilizados, la recreación digital del hundimiento, la fotografía o la música, a cargo de profesionales tan reconocidos como Alex Catalán y Roque Baños, y la presencia de intérpretes como los americanos Stanley Tucci, uno de los mejores actores vivos a nivel mundial; o el estupendo actor de color (negro) Clarke Peters, que parece el hermano gemelo de Morgan Freeman; además de los nacionales Ana Polvorosa, que se encarga del personaje que salva la cuota de diversidad sexual; Karra Elejalde, como ministro de Cultura, con el mérito de aprenderse fonéticamente el texto que tenía que decir en inglés; la siempre agradable presencia y profesionalismo de Alfonso Lara; y las presencias prácticamente anecdóticas de actores y actrices tan notables como Manolo Solo, Pedro Casablanc, Blanca Portillo o Juan Carlos Vellido, hacen que sea un producto interesante que se ve con agrado. Posiblemente, todas las personas mencionadas y las que no lo han sido, consideren este trabajo satisfactorio a nivel económico, y eso es excelente, pero a nivel artístico tiene deficiencias de bulto. Una de las más importantes es la de asignar al joven actor Álvaro Mel el protagonismo absoluto de la historia, que sólo se explica por el excelente nivel de inglés que exhibe, pero por un criterio puramente interpretativo no parece el más adecuado. Su partener más habitual en la serie, Ana Polvorosa, se le come con patatas en las secuencias que comparten. Además el diseño es demasiado artificial y evidente para el espectador, que no puede dejar de pensar que está viendo una serie sin permitirle vivirla desde dentro.


Uno de los aspectos más negativos que pude apreciar ocurre en el capítulo 5. Con toda probabilidad no ha ocurrido así, pero me dio la sensación de que alguien dijo 'Ya tenemos los cinco capítulos de la serie' y alguien le respondió 'Pero si eran seis', o lo que ambos pudieron decir, 'Pues tenemos que sacar un capítulo de donde sea' y así nos encontramos con el quinto episodio, en el que no pasa absolutamente nada, solamente los 50 minutos de rigor, y algunos personajes principales ni aparecen. De esta manera llegamos al último capítulo, en el que se desarrolla la acción más trepidante de la serie. Se me olvidaba comentar que su director es Alejandro Amenábar (Tesis, Abre los ojos, Los otros, Mar adentro), que, tras su interesante recuperación en Mientras dure la guerra, no logra con esta serie, disponible en Movistar+, reverdecer los antiguos laureles de sus primeras obras. Con todas sus deficiencias, La Fortuna me resultó entretenida.