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Crítica: "Lamb", por Javier Collantes

En modo de cuento de terror, y en forma de apariencia, el film de nacionalidad islandesa Lamb, dirigido por Valdimar Jóhannsson, nos ofrece un relato monumental, en tono de particular fábula, como un correspondiente cuadro de realismo mágico, en torno a la maternidad, que, en una línea de género fantástico, añade una parábola llena de silencios y detalles, con planos largos, concisos, a través de una sensacional puesta en escena, un cuadro áspero para un film prodigioso, diferente, emotivo, entre otros muchos elementos con ovejas y corderos, el paisaje y un tractor, digno de elogios en cada plano, cuyos matices se encuentran en cada mirada de sus protagonistas.


Lamb, dirigida con un buen pulso narrativo, distinto en sus encuadres y manera de exponer una historia, absolutamente magistral. Un argumento digno de cuento sensorial, en sus diversos ámbitos, nos cuenta un relato de una pareja sin hijos, aislados con su rebaño de corderos y ovejas en una isla de Islandia. Cuando descubren un misterioso recién nacido en su granja, deciden quedárselo y criarlo como su propio hijo. Felicidad de la pareja, alegría, cuando la naturaleza les tiene reservada una sorpresa, durante el trascurso del tiempo. Premiada en el Festival de Sitges 2021 a la Mejor Película, y seleccionada, entre otros reconocimientos y menciones, para participar en los próximos Oscar, este film gélido por su entorno, calmado, cumple con un orden de narrativa espléndida en un entorno casi bíblico, de venganza, instintos...


Intérpretes de alta escuela interpretativa, sublime Noomi Rapace y el resto de sus personajes sin desentonar, en el ensamblaje de una película, Lamb, que te 'agarra' desde el primer fotograma, sin desvelar, para, a continuación, mostrar la luz de una genial fotografía, elementos del sufrimiento, dolor, lucha, supervivencia, un esquema de intuición, para dejar una sensación de quedarse clavado en la butaca, hipnótica, en una Islandia capaz de sentirse en sus personajes, transmitir sentimientos, con un final simplemente extraordinario, nada es lo que parece. Un final con una mirada al paisaje, al espectador, cine de otra dimensión, fascinante y sin palabras.