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Crítica: "Maligno", por Javier Collantes

En los vértices del terror siempre existe una serie de variaciones respecto a sus impactos, sustos, apariciones... que, con más elementos, consiguen satisfacer (a veces) el gusto del espectador en estas miradas sobre el mal y sus consecuencias, un género tan extenso como la propia vida del cine. En estas sencillas y subjetivas reflexiones se encuentran las películas de las invocaciones, las llegadas de otros seres que intentan hacer el mayor mal posible sembrando el miedo. Maligno, dirigida por el excelente James Wan, nos conduce por este contexto en su amplio sentido del término.


Perfectamente encajada, salvo algunos agujeros irregulares en su narrativa, esta historia espeluznante es un notable homenaje al slasher de los años 80, con momentos del cine de los 70. Bien rodada, una potente banda sonora, escenografía e infografía cinematográfica de alto nivel con personajes interpretados en registros de altura por Annabelle Walis y George Young. Madison se encuentra paralizada por tener visiones de asesinatos y su pesadilla empeora cunado descubre que en realidad sus sueños son reales. Con este breve argumento, el film se encuentra completo de crímenes, de un ser que recuerda por momentos a El cuervo, en otros la aparición de un Michael Myers, también al personaje de Depredador... pero sobre manera a las películas de Dario Argento y Mario Bava, un acercamiento al giallo italiano con ciertos McGuffin, estética gótica y algún tramo de Inseparables, de David Cronenberg, un portentoso juego del pasado, la adopción y el amigo imaginario, más un film policíaco de otra época.


Entre otros argumentos a favor, una cámara subjetiva, primeros planos, sabor de clase B, textura de cintas de vhs... Maligno es un film muy presentable, con secuencias impactantes, que convence con una luz tenebrosa y una daga demoníaca que trasluce la esencia del cine maldito y contiene la respiración en cada plano, atmósfera narrativa de calidad, a pesar de no ser redonda, un excelente ejemplo del cine en sesión continua y el sentido de las visiones, acechos y síndromes, reconstrucción de una vida en dos liberada para siempre, una paleta de oscuridad sobre el cuadro del más allá.