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Crítica: "Free Guy", por Javier Collantes

De nuevo, utilizando estas palabras, el cine vuelve por sus fueros comerciales, contemplando su trazo de pantalla en un exacto homenaje de otras películas. Siendo consciente de que en la mayoría de las artes casi todo nos recuerda a situaciones ya vistas anteriormente, en este caso en el séptimo arte, un arte relativamente joven, las películas nos conducen a otras de tiempos pasados. Sin embargo, a veces debemos aceptar historias que simplemente son aceptables.


A este ejemplo se corresponde Free Guy, cinta dirigida por Shawn Levy con un pulso de cartucho-consumo fácil, eficaz, certero en su norma de relatar una hoja de ruta expuesta a través del ojo del gamer, una historia que nos lleva a un hombre llamado Guy que trabaja en un banco como cajero. El es un tipo alegre, solitario, optimista, al que nada le supone amargura. Pero un día percibe que la localidad en que vive, Free City, no es la ciudad que creía ver y sentir.


En ese momento descubrirá que es un personaje dentro de un videojuego, enfrentándose a los villanos y, en concreto, a un creador muy maligno. Aventuras, acción, humor, romance, videojuego... se unen para adentrarnos en un mundo de personajes artificiales, a través de un protagonista no jugador (NPC), que bajo algoritmos, persecuciones y cierto humor nos conduce a un film blockbuster que cumple su misión de entretener en un pasatiempo que no deja huella pero alimenta el optimismo.


A los guiños a otras películas (El show de Truman, Atrapado en el tiempo) mucho más memorables, efectos especiales y algún diálogo absurdo se suman las apariciones de Channing Tatum, Hugh Jackman, Chris Evans, Dwayne Jhonson... Free Guy es un film funcional entre la ficción y el intento de una vida real con una fotografía de colores felices, infantil, limpio en su mensaje al estilo años 80, una película entretenida sin más que no permanecerá en la memoria y no nos hará libres.