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Crítica: "El robo del siglo", por Paco España

El pasado 2 de julio se estrenó en cines esta estupenda película argentina que cuenta, como sus dos protagonistas, con dos auténticos monstruos de la interpretación, en estado de gracia y ambos con apellido italiano: Guillermo Francella y Diego Peretti. Al primero le pudimos ver como el despreciable patriarca en la sobrecogedora El clan, dirigida por Pablo Trapero, y al segundo en La noche que mi madre mató a mi padre, de Inés París, y en la magnífica Tiempo de valientes, en la que comparte protagonismo con otro gran actor argentino, Luis Luque, que aparece con el personaje del negociador en esta película. Como 'El robo del siglo' es como se conoce en Argentina a este atraco que se produjo realmente el 13 de enero de 2006 en la ciudad de Acassuso. Seis ladrones tomaron 23 rehenes que fueron bien tratados en todo momento, incluso llegaron a celebrar el cumpleaños de una abuelita. El banco estaba rodeado por 300 policías, las armas que utilizaron no eran auténticas, sino réplicas, y, a pesar de todo, lograron desaparecer con dinero, joyas y oro por un valor aproximado ente 19 y 25 millones de dólares, de los que hasta hoy no se ha recuperado mas allá de un millón. Este atraco tenía un objetivo principal.


Además de conseguir el dinero y que no hubiera heridos ni ningún episodio sangriento -algo muy previsor porque si eran capturados en algún momento las penas que les podrían aplicar serían muy cortas-, se trataba de ganar una lucha de ingenio, de inteligencia, contra el banco y la policía, que les llevara a conseguir el dinero que, por otra parte, siempre pensaron quedarse para ellos, porque nunca pensaron en emular a Robin de los bosques. La información de la que dispone la película es de primera mano, ya que el ideólogo del atraco, Fernando Araujo, es también guionista. Contaron con el asesoramiento personal de Luis Mario Vittete Sellanes, el personaje que interpreta Francella, que se encuentra extraditado en Uruguay y que se encargó de ganar tiempo con la policía mientras sus compañeros desvalijaban las cajas de seguridad del banco, y de Miguel Sileo, el auténtico negociador de la policía que gestionó la relación con los atracadores.


Los preparativos y el propio robo se van desgranado en la película con la credibilidad necesaria para que el espectador no se cuestione aspectos imposibles, porque todos los puntos que se narran se ven sin cuestionamientos, creando fotograma a fotograma una gran empatía entre el espectador y los ladrones, porque son personas normales y corrientes, muy alejados de los atracadores que se pueden ver en las películas de Hollywood porque es gente simpática, inteligente y con un toque de cara dura, típicamente argentina, que caen bien y que quieren robar un banco sin hacer daño a nadie, algo que causa un intenso placer interior a cualquier espectador que no disponga de acciones de entidades bancarias ni especial simpatía por ellas. Su director, el argentino Ariel Winograd, se ha movido siempre por terrenos de la comedia llegando a conquistar el Premio Especial del Jurado del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva en 2016 por Vino para robar. Parece que los robos casan bien con su cine. En el caso de El robo del siglo se trata de una película que se puede disfrutar con amplitud porque tanto su guion, construido con acierto, como sus magistrales interpretaciones hacen que su visionado sea un auténtico disfrute, sin ningún 'pero'.