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Crítica: "El olvido que seremos", por Paco España

Según la opinión de personas cercanas que conocen la novela en la que se basa, ésta era absolutamente inadaptable porque fue escrita por Héctor Abad Faciolince como oda a su padre, Héctor Abad Gómez, un afamado médico y maestro de Medellín (Colombia) que llevó a cabo una importantísima labor solidaria en las décadas de los 70 y 80. El artífice de hacer realidad la adaptación de la novela ha sido David Trueba, con relativo éxito ya que ha sido capaz de llevar a imágenes una historia complicada, y digo relativo porque, aunque la historia se ve y se comprende con facilidad, se centra exclusivamente en la figura de Héctor Abad Gómez y en su forma de actuar en el ámbito social en el que se desenvolvió y, sobre todo, con de su familia, visto por los ojos devotos de su hijo, el posterior autor de la novela. Vemos que era un hombre con gran carisma, esencialmente bueno y solidario, con una importante influencia en la sociedad en la que vivía y poseedor de una libertad que le permitía decir lo que pensaba en cada momento.


Una vez que conocemos su línea de pensamiento, y le vemos funcionar, ya nada sorprende y a la historia le falta algo que es fundamental en todo tipo de ficción, el conflicto. Uno de los pocos amagos de conflicto se produce cuando su hijo le recrimina que se preocupa más por los problemas de los demás que por los de su propia familia, a lo que él responde 'nunca los problemas son solo de los demás', frase lapidaria y tan cargada de razón que deja claro que nada de lo que se vea posteriormente va a quitar un ápice de razón a sus ideas. Existe en la historia otro tipo de conflicto latente que, aunque está presente, no concurre con mucha presencia en el argumento, que es el hecho de que sus palabras y pensamientos libres y solidarios suponen una actividad de riesgo considerable por las estructuras de poder social de aquel lugar y tiempo de gran peligro para alguien con pretensiones de ser libre.


Recordemos que se trata de Medellín en las décadas de los 70 y 80. Los hermanos Trueba consiguen contar una historia encomiable, pero no redonda, que se sustenta en gran medida en el impresionante trabajo interpretativo de Javier Cámara, que se hace con la gran humanidad del personaje con un espléndido trabajo, incluida la adopción del acento de esa zona de Colombia. El olvido que seremos es una producción colombiana que ganó el Goya a la Mejor Producción Iberoamericana en la ultima edición. Fernando Trueba, aunque es uno de los directores más prestigiosos del panorama nacional, no se prodiga demasiado ya que su anterior trabajo fue La reina de España hace cinco años, la fallida segunda parte de La niña de tus ojos, y siendo la película de animación Chico & Rita una de sus mejores propuestas de los últimos años, una historia de animación y música en colaboración con Javier Mariscal, artista con el cual ha vuelto a colaborar y durante este año veremos los resultados bajo el título They shot the piano player.