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Crítica: "Aquellos que desean mi muerte", por Javier Collantes

Los títulos de las películas suelen ser una pequeña señal de lo que nos depara el film. A veces, de modo muy libre, no se corresponde a la temática del mismo. El título de esta película, Aquellos que desean mi muerte, frase contundente, bien obedece al enganche comercial o, más bien, pudiera recordar a películas de otros tiempos en la forma de intuir lo que contiene este relato cinematográfico. El argumento nos presenta a un adolescente, testigo del asesinato de su padre, que es perseguido por unos hombres que desean eliminarle a través de las tierras de los bosques de Montana.


Una huida, una persecución en la que contará con la ayuda de una experta en supervivencia para evitar que le den caza. Un incendio cercano, una torre de vigilancia, guardias forestales, bomberos paracaidistas... entre otros elementos, para una intensidad variable, efectiva. Dirigida por Taylor Sheridan con cierto pulso narrativo, dentro de los niveles de los clichés establecidos en este tipo de películas, con un ritmo muy normal, destacan aspectos como las localizaciones de los paisajes y una fotografía aceptable junto a una banda sonora adecuada a la acción de cada secuencia.


El reparto contiene un registro normal de Angelina Jolie y gestos e interpretaciones típicas de Nicholas Hoult, presencias y actuaciones que simplemente funcionan por el efecto de una película creada para entretener, que no engaña al espectador y mezcla una amalgama de secuencias muchas veces vistas con diálogos esquemáticos, una misión, la de Aquellos que desean mi muerte, adaptación digerible desde la escritura de una nueva novela, de secuencias hinchadas por los estigmas del cine de acción, entre golpes de efecto a base de fuego y disparos para una composición general aceptable.