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Crítica: "Campanadas a muerto", por Paco España

Recientemente FILMIN ha estrenado este drama rural vasco. La aparición de unos huesos humanos en una propiedad vuelve a encender unas tensiones que llevaban muchos años latentes. La cosa se complica cuando, a su vez, desaparece la persona que descubrió el esqueleto. Como suele decirse, 'pueblo pequeño, tensiones grandes'. En las zonas rurales, los pequeños núcleos de población suelen tener tensiones históricas que vienen de lejos, ya sea por conflictos originados en disputas por tierras o por lindes. También cobran mucha importancia las relaciones personales, concretamente las sentimentales, porque dentro de una población pequeña las situaciones amorosas pueden provocar heridas sentimentales de difícil cauterización, además de generar situaciones endogámicas que se mueven en el ámbito del secreto colectivo.


Campanadas a muerto está basada en la novela de la escritora, profesora y política vasca Miren Gorrotxategi y guarda ciertas similitudes con la trilogía del Baztán, escrita por Dolores Redondo -y llevada al cine con los títulos El guardián invisible, Legado de los huesos y Ofrenda a la tormenta-, aunque en el caso de la película objeto de estas líneas es más dura y considerablemente más seca que la trilogía navarra. Pero sí que puede reconocerse en ambas la potencia de un férreo matriarcado, que convierte a los personajes masculinos en meras marionetas, así como las relaciones familiares entre personajes que se encuentra en posiciones antagónicas, policías, asesinos, testigos silenciosos, todos tienen relaciones familiares o de amistad que interfieren en las investigaciones. Campanadas a muerto tiene una realización que incomoda al espectador, los planos generales se alternan con primerísimos planos de los personajes en los que no cabe su rostro completo en la pantalla, además de colocar la acción fuera de campo de una cámara que permanece estática.


El argumento es un tanto confuso por los saltos temporales y porque hay dos personajes que están interpretados por el mismo actor, lo que puede llevar a cierto despiste en el espectador que no esté muy atento. Su director, Imanol Rayo, es el responsable de Dos hermanos (2011), una película que adaptaba la novela de Bernardo Atxaga. En el reparto de Campanadas a muerto nos encontramos a un buen puñado de actrices y actores vascos de gran talento, como es el caso de Itziar Ituño (La casa de papel), Eneko Sagardoy e Iñigo Aranburu (Handia), Yon González (Gran Hotel), Josean Bengoetxea (Loreak) o Kandido Uranga (Diecisiete), además de las breves apariciones de Patricia López Arnaiz (Ane) y del actor madrileño Andrés Gertrudix (Bajocero). Una propuesta muy vasca, diferente y con una realización poco frecuente, que requiere un espectador abnegado y atento.