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Crítica: "Pinocho", por Javier Collantes

De nuevo, las versiones, las adaptaciones literarias al espacio cinematográfico a modo de fusión entre la palabra escrita y la imagen que se conjugan en dos vértices cuyo fondo es el contar historias para emocionar al lector-espectador, el arte de trasmitir la imaginación en pantalla escrita y los cuentos como lección de vida. El relato de Carlo Collodi, Pinocho, ha sido trasladado al cine y a la televisión en diversas ocasiones, entre ellas la gran película de animación de Disney (1940), la versión de Roberto Benigni con un fracaso de crítica, una serie de Luigi Comencini (1972)...


Ahora nos llega una última adaptación de este cuento clásico en la mirada de un cineasta como Matteo Garrone, una apuesta cinematográfica arriesgada pero con una eficacia y estilo tan punzantes que su resultado termina por ser excelente en todos sus elementos fílmicos, una traducción tan fiel al original que conmueve, emociona y se ve, se percibe, cine de categoría. Un carpintero llamado Geppetto crea un muñeco de madera, y el deseo de la marioneta es ser un niño de carne y hueso, un niño de verdad que se dirime entre su creador y las aventuras de un viaje iniciático propio.


A lo largo de un relato turbio y demoledor, barroco con las esencias de los valores del neo-realismo, Pinocho nos conduce por una Italia rural, una exposición maravillosa con una narración sobresaliente y magistral dirección, sumando, además, fotografía, banda sonora y diseño de producción para ultimar un oscuro cuadro de unos tiempos de miseria y pobreza humana, lección de cine minimalista en todos sus órdenes con escenas memorables, diálogos e imágenes con una presentación de movimientos de cámara apenas perceptibles, la transformación de una clase fílmica por momentos magistral.


Respecto al reparto, sus registros son de alta escuela, con Federico Ielapi excelente, Gigi Proietti y Roberto Benigni en una sombrosa interpretación y uno de los baluartes de un film impecable. Entre hadas, aprendizaje y travesuras, el vientre de un pez gigante, un atún, un zorro, un gato, el circo... una profundidad de sentimientos reales, veracidad en cada secuencia, genialidad de efectos visuales... Gran película, sin añadidos y ni colorantes, Pinocho, un gran fresco de humanidad en el que marionetas con cuerdas intentan buscar su lugar en el mundo y la escena de sus vidas.