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Crítica: "El practicante", por Paco España

Se puede considerar que El practicante, de Carles Torras, está encuadrada dentro del género denominado 'películas de Mario Casas'. Este actor es un icono dentro de la interpretación española, capaz de llevar a la sala de cine a enormes cantidades de público joven y esto tiene un gran mérito, porque cualquier intérprete, director o temática que sea capaz de atraer a jóvenes espectadores a una sala cinematográfica, con la gran oferta audiovisual que existe hoy en día para este público, es algo de gran valor. Esto no significa que la calidad intrínseca de su trabajo sea proporcional a su éxito de taquilla, ni mucho menos.


Casas tiene que ser conocedor de esta situación y sabe que sus días como icono adolescente van pasando, porque surgirán otros más jóvenes -sin ir más lejos su propio hermano Oscar puede ser uno de ellos-. Por ello, en base a la formación adquirida en las numerosas interpretaciones que ha venido haciendo hasta ahora, está buscando papeles alejados de los que le encumbraron, que le hagan conseguir otras cotas de calidad y popularidad diferentes a las que ha conseguido hasta el momento, de este modo se está embarcando en propuestas que muestran de él una imagen muy diferente, como pudimos comprobar en El bar, El fotógrafo de Mauthausen, Adiós...


También en esta misma, El practicante, en la que interpreta a un técnico sanitario de una ambulancia cuyo trabajo es ayudar a la gente enferma o accidentada, pero pronto se le ven los perversos detalles que le definen como una persona tóxica y peligrosa, roba objetos valiosos a las personas que asiste y además mantiene una relación amorosa plagada de mentiras, chantaje emocional e intenso maltrato psicológico. Pero la película da un giro interesante cuando, en la realización de su trabajo habitual, la ambulancia tiene un accidente de tráfico, resultas del cual se queda parapléjico en una silla de ruedas.


Esta circunstancia aporta al personaje una característica de vulnerabilidad, que pronto comprobamos que sirve para acrecentar, aún mas si cabe, sus aspectos más negativos. El trabajo de Casas en esta película no se puede considerar malo, aunque está alejado del mejor hasta el momento -en la película Adiós, de Paco Cabezas-. Sin embargo, si pensamos lo que habrían hecho con este personaje actores como Javier Gutierrez, Antonio de la Torre, Luis Tosar, Pedro Casablanc, Manolo Solo, Alfonso Lara... por poner unos pocos ejemplos, el resultado me resulta descorazonador, porque en todos la comparación no le beneficia.


El practicante es una película que no pasa de correcta y entretenida dentro del género, pero resulta previsible de principio a fin. Siempre nos queda disfrutar del trabajo de la actriz belga Deborah François, a la que pudimos ver en El niño, de los hermanos Dardenne, además del muy veterano Celso Bugallo (Cenizas del cielo), aunque da la sensación que todos ellos no han tenido unas directrices muy claras para el desarrollo de su trabajo y que han creado sus respectivos personajes como mejor les ha parecido, personajes que, por cierto, no tienen ninguna profundidad, ya que nada anterior al momento de inicio de la acción de la película llegamos a conocer.