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"Bienvenid@s a la República del #QuédateEnCasa de cine II", por Javier Collantes

Cuando las adaptaciones se convierten, en ciertos aspectos, en la perfecta traslación de otros distintos a la forma que nos habíamos imaginado, el hombro izquierdo o derecho del escenario teatral al haz de luz en una pantalla de cine, dos artes que muchas veces se complementan, 'tan cerca, tan  juntos', en una fina línea de 'miras', así es Las bicicletas son para el verano (1984), una historia que nos conduce hasta julio de 1936.


Con un título tan sugerente como literario, el director Jaime Chávarri filmó esta película basada en la obra teatral homónima escrita por un genio en todas sus dimensiones, Fernando Fernán-Gómez, quién, a su vez, la escribió basándose en sus vivencias de niño durante la II República Española. En 1984, la guionista Lola Salvador Maldonado, autora del libreto de otro film excepcional como El crimen de Cuenca, firmó esta adaptación.


Chávarri nos ofrece una fiel y asombrosa película, un film que ha pasado a la historia de nuestra cinematografía como un relato envolvente, dignificado con las 'molduras' de la comedia y cierto tono de sainete, una historia muy bien ajustada al vértice en el que se inicia la Guerra Civil, momento en el que una familia de Madrid percibe el fin de la República y sus vivencias con la compra de una bicicleta como claro ejemplo de cambio.


Amparo Soler Leal, Victoria Abril, Gabino Diego, Marisa Paredes, Emilio Gutiérrez Caba, Agustín González, Miguel Rellán, Patricia Adriani... un reparto interpretativo equilibrado el que protagoniza Las bicicletas son para el verano, un film inolvidable, con una puesta en escena brillante y una excelente ambientación en la retina de Chávarri, para una época dura de conflicto entre compatriotas, una nueva visión, lección de cine compacto.