Con la mirada puesta en la mayor disponibilidad de tiempo que el estado de alarma nos ofrece por la obligada limitación de movimientos, este lunes, 16 de marzo, puede ser un momento más que oportuno para empezar a leer El chico de las bobinas, la última novela de Pere Cervantes, un thriller nostálgico cargado de emotividad y misterio con varias traducciones internacionales, entre ellas alemán e italiano.
Barcelona, 1945. Nil Roig es un chiquillo que se pasa el día en bicicleta transportando de un cine a otro viejas bobinas de películas. El día de su decimotercer cumpleaños es testigo de un crimen cometido en el portal de su casa. Mientras el asesino huye después de haberlo amenazado de muerte en caso de no mantener la boca cerrada, el moribundo le entrega el misterioso cromo de un actor de cine de la época.
Este objeto, sin embargo, es perseguido y anhelado por un excomandante de la Gestapo y un policía sin escrúpulos. El hecho de que el moribundo le dé el cromo a Nil pronunciando el nombre de David, el padre desaparecido del muchacho, arrastrará a este a resolver un secreto del pasado por el que pagará un alto precio. Así se plasmará la fragilidad y la ambigüedad de la naturaleza humana en El chico de las bobinas.
Observador de Paz para ONU y UE en los Balcanes, Pere Cervantes (Rompeolas, No nos dejan ser niños, La mirada de Chapman, Tres minutos de color, Golpes) traza en las casi 550 páginas de El chico de las bobinas, se puede leer AQUI un fragmento, una historia sobre el poder del destino entre aquellas salas de cine de barrio que permitieron soñar en los años de plomo y se convirtieron en refugio de infancias maltrechas.