Existen películas que con la grandeza de la sencillez muestran las denominadas 'cosas' de la vida en el estamento de imágenes, sensaciones, realidades y por ende la supervivencia emocional, física, sobre 'ser' y 'estar', preguntas, acciones, situaciones, en una especie existencial distinta, pero completa en su engranaje humanista, en un discurso directo en el cine de traslados a otros lugares.
En este espacio, entre otras connotaciones, corresponde una extensa definición metafórica del arte, en su amplia extensión en el bagaje cinematográfico. El cineasta chino Wang Quan'an, director de un film sensacional como La boda de Tuya (2006), nos ofrece en su último trabajo, El huevo del dinosaurio, un relato fílmico de Mongolia, cuyo 'viaje' conduce a la estepa de un lugar sensitivo en sus paisajes.
Premio en el Festival de Valladolid-Seminci 2019 a la Mejor Película y Mejor Fotografía, El huevo del dinosaurio parte de una historia sobre la aparición de una mujer asesinada en la estepa de Mongolia. Durante una noche, un policía joven y con escasa experiencia tiene que custodiar la escena del crimen junto a una pastora lugareña, una mujer que con un rifle que sabe ahuyentar a los lobos. Una noche resolutiva.
En modo de thriller policíaco, y con efluvios del western, sus tonos de espacio minimalista femenino y su composición fílmica se construye con gestos, con pocas palabras, llenos de belleza en cada encuadre, llenos de vida. Sus largos planos, sus planos secuencia, sus encuadres abiertos que a medida que discurre la acción se van cerrando, para ser una sublime estampa del manejo de una dirección íntegra.
Con una fotografía sublime y una canción de Elvis, Love me tender, en paisajes dotados de una luz especial y junto a unas sobresalientes interpretaciones y un humor 'estepario', El huevo del dinosaurio rebosa verdad con secuencias dignas de ser destacadas -dos de sexo realmente geniales- para un relato magnífico sobre la soledad con el protagonismo principal de una mujer, cine de profundo calado y definitivo.