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Crítica: "Frozen 2", por Javier Collantes

Desde el punto de vista más amplio sentido de la frase, el cine en su principio se creó como una atracción de entretenimiento, para después, con el paso del tiempo, convertirse en la industria, cultura y demás elementos. Este sencillo comentario obedece a que el cine se convierte, por arte de magia, en animación. Dentro de sus diversos géneros narrativos, el dibujo animado de la factoría Disney ha convertido su larga carrera de producción y dirección en una serie de títulos que son una gran parte de la Historia del cine.


Si hace un tiempo se estrenó Frozen, con un merecido éxito de crítica y público, ahora nos llega, como segunda parte, una nueva aventura cuyo diseño animado, textura en su dibujo e historia resulta una pequeña delicia... si es que entras en su universo. Frozen 2 no es superior ni inferior a la primera parte, es un cuento de hadas con los avatares de los reinos y preguntas con respuestas en una narración perfectamente adaptada a esta clase de cine.


Con un argumento en modo de cuento colorista -el reino ha dejado de ser seguro-, ¿el por qué Elsa posee poderes mágicos? se acompaña de extrañas voces que la llaman en busca de respuestas, en busca de soluciones. Un secreto de su pasado será la clave para solucionar los problemas del reino de Arendelle. Un viaje con Olaf, Anna, Kristoff y Sven en un itinerario desconocido, adentrándose en un bosque encantado, lugar donde nadie ha podido entrar desde hace muchos años. Elsa y sus amigos intentarán encontrar el origen de sus poderes para salvar al reino, una ventura llena de emociones, humor, fantasía, criaturas y miedos en un misterioso lugar.


Su historia, sus personajes, sus diálogos, su banda sonora, sus golpes rítmicos, su colorido... un prodigio de cine animado que construye, en cada secuencia, un maravilloso retazo en la imaginación del cuento que nos traslada al mejor espíritu del buen sentimiento. Frozen 2 no se contrae en su equilibrio narrativo, siempre y cuando te quede una parte de quién disfruta de la exposición animada. Un Disney compacto, una fábrica de sueños que no nos deja helados, emitiendo su mejor baza, puro entretenimiento con mucha calidad.