Para empezar, y siendo honesta, no puedo negar que Terminator 2: El juicio final es una de mis películas preferidas de todos los tiempos, por no decir de la saga. Nunca pasé tanto miedo como con ese T-1000 encarnado por un Robert Patrick en estado de gracia que, durante una época, estuvo en mis pesadillas. Pues nada, la culpa será mía, que iba cargada de expectativas por volver a ver a mi Sarah Connor original y a Arnold, el jefe de todos los Terminator.
La película es una decepción tras otra: la línea argumental no me ha gustado nada y me ha parecido una copia barata de Terminator 2. Me callo por no hacer spoiler, pero animo a los que lean estas líneas a que, cuando vean la película, me indiquen sino les cansa tanta copia y referencias que no vienen al caso. Que es una película entretenida, no lo niego, es decir, si no eran fan de Terminator, pues ves una cinta llena de disparos, acción y robots, pero no es ni de lejos tan trepidante como las dos primeras películas en las que no podía apartar los ojos de la pantalla.
Fijaos que, aunque no está muy valorada por la critica, prefiero la tercera película, Terminator 3: La rebelión de las máquinas, por ese final tan oscuro. Me ha resultado una película decepcionante, repetitiva y tediosa en ocasiones, siendo una reiteración de conversación, persecución y vuelta a empezar. Vuelvo a insistir en no hacer spoiler por lo que no quiero ni debo comentar ciertos temas de este film, pero, resumiendo, cargarse como han hecho la historia de las otras cinco películas y meternos en este lodazal sin orden ni concierto, ni lo entiendo ni lo comparto.
Empieza una nueva trilogía, o eso dicen... Seguramente los números en taquilla así lo avalen, pero, y aunque no niego que seguro que las voy a ir a ver, nunca llegarán a mi corazoncito como las primeras. El destino no será si será oscuro, pero desde mi punto de vista, tiene toda la pinta de que será decepcionante. Por el momento, suscribo que la última entrega por el momento de la franquicia se resume como Terminator: Destino oscuro o la decepción.