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Crítica: "Los Rodríguez y el más allá", por Paco España

Paco Arango siempre estará asociado a la famosa serie de televisión ¡¡Ala...DINA!!, que hizo popular a Paz Padilla y en la que intervenían actores con la calidad de Gary Piquer o Darío Paso (Chemita), presentando a la joven actriz Lidia San José, que actualmente reverdece laureles gracias a la mediática serie de Los Javis Paquita Salas. Los Rodríguez y el más allá trasciende de lo que es una película de este género, fantástico-familiar, ya que su director, además de escritor, compositor, productor, actor y acaudalado filántropo, hace incursiones audiovisuales destinadas a  recaudar fondos en beneficio de las instituciones u organismos de los que es responsable, como la Fundación Aladina, que colabora con 16 hospitales españoles en el tratamiento de los niños con cáncer, además de participar en la construcción del centro Maktub, unidad pionera en el trasplante de médula ósea. Por ello gran parte de la recaudación de esta película ira destinada a estos fines.


En términos puramente cinematográficos, la película es un eficaz producto de entretenimiento familiar, con un contenido totalmente blanco, sin ninguna aspereza, ni crítica social, ni nada que se le parezca. Incluso en un breve speech que el personaje de Rossy de Palma pronuncia en un tono exaltado, unos castos pitidos soslayan las ligeras palabras gruesas que pronuncia. Se podría decir que el cine de este director se emparenta con el de Emilio Aragón o el de Miguel Ángel Tobías en su narrativa blanca, alejada de todo tipo de controversia y centrada en el propósito inicial, el entretenimiento con algunos apuntes solidarios, dependiendo del tema que trate. También nos encontramos en el reparto con nombres muy conocidos como Edu Soto, Geraldine Chaplin, Santiago Segura, Macarena Gómez, Enrique Villén y Tomás Pozzi en una historia sobre una conexión cósmico-temporal entre los planetas Tierra y Maktub, este último anclado en 1951, produciéndose incursiones de personajes entre ambos, mientras nuestros protagonistas disponen de superpoderes como el que se le ilumina el trasero, las que pueden levitar, desaparecer a voluntad o disponer de una fuerza muy superior a la habitual.


El diseño de producción y la dirección artística de esta película son simple y llanamente sensacionales, creando una ambientación, difícil por los territorios por los que se mueve, de una gran calidad, una de sus mejores bazas. Además su director, que también se reserva un pequeño papel, se encargaba de insuflar energía en los rodajes, disfrazándose de súper héroe o cualquier otra ocurrencia que ayudara al amplio equipo. La película dispone un amplio catálogo humano, con personajes europeos, latinoamericanos, árabes. Hay pequeñas incursiones en varios idiomas, incluso el catalán con el personaje de Edu Soto y se pronuncia en numerosas ocasiones la palabra extraditar, dentro de un contexto nada habitual para este término. Pero en tanta blancura en el mensaje se ha colado, producto de la incontrolable actualidad, el personaje a cargo del tenor español Plácido Domingo, cuya trayectoria se ha ensombrecido últimamente por unas acusaciones de acoso sexual que no se ha molestado es desmentir, solamente afirmando que con el paso del tiempo, las mismas cosas se entiende de otra manera. Pues menos mal que es así, porque si no lo fuera estaríamos anclados en el pasado, como el planeta Maktub.