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Crítica: "Aladdin", por Beatriz Gutiérrez

Tengo que reconocer que no iba con muchas expectativas a ver Aladdin. De hecho, esperé a la Fiesta del Cine, pero finalmente me ha encantado. Como he dicho en otras ocasiones, este tipo de películas apela más a la nostalgia de los que tenemos taytantos que a los niños de ahora, pero no importa, nos han rebarnizado el clásico y me ha gustado más de lo que me gustó la película original cuando era niña, algo que difícilmente me sucede.


A mi me han gustado todos los personajes: una fuerte Jasmine que quiere ser algo más que la novia o princesa de un Aladdin con carisma y luz, y un Will Smith en estado de gracia... y eso que se atrevió con un personaje que todo el mundo asociaba a un grandísimo Robin Willians. Will Smith es de esas estrellas de cine que ya no existen.


Es verdad que ya no estamos en los 90, y la recaudación de una película no se sostiene con la llamada de un actor famoso, pero hay que reconocerle un gran carisma y da los momentos más emotivos y divertidos de la película. También me gustaron el monito y la alfombra, personajes llenos de vida, aunque he de decir que el Jafar original era mucho mejor que éste, más físico y menos sinuoso.


Hay otros personajes, como el padre y sobre todo una doncella, con más peso que en la película original y que también me parecen mejor construidos. Aladdin es una película entretenida, con momentos de acción, música humor, amor, magia y ternura. A mi me ha llegado al corazón y he disfrutado como una niña viendo esta película. Yo personalmente la recomiendo. Aladdin es genial.