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Crítica: "El corazón de las tinieblas", por Paco España

La obra representada en el Palacio de Festivales este fin de semana, El corazón de las tinieblas, es una versión libre de la famosa novela del modernista polaco británico (Jozef Teodor Konrad) Joseph Conrad, escrita en el último año del siglo XIX, la misma fuente de inspiración de Francis Ford Coppola para Apocalypse now, una de las mejores películas de la historia del cine. Como en aquella, la búsqueda y encuentro con (el coronel) Kurtz es fundamental para conocer la cara más inhumana del ser humano.


Esta obra es una representación sensorial y multimedia. Se alternan situaciones teatrales, sobresalientemente interpretadas por Ernesto Arias, secundado por Ana Vide y KC Harmsen, con imágenes del horror del Congo, frases de literatos y pensadores referentes a la sustancia del ser humano, en una enorme pantalla al fondo del escenario, además de música el directo de piano y percusión de raíces africanas.


En un prefacio de la obra, el propio actor protagonista plantea varias cuestiones sobre las diversas colonizaciones sucedidas en la historia: ¿han sido una mera explotación económica y humana de los territorio colonizados, o ha existido un aprovechamiento mutuo, dejando los colonizadores, su cultura, arte y progreso en los territorio colonizados?


Por lo tanto, ¿es comparable la tremenda fortuna amasada por el rey Leopoldo II de Bélgica con el tráfico de marfil y caucho, dejando un reguero de muerte y crueldad en el Congo, con la situación que está viviendo, precisamente ese mismo país en la actualidad, a través del coltán, material tan preciado como imprescindible para ordenadores, tablets y teléfonos móviles? No se puede menospreciar cualquier espectáculo que haga plantear cuestiones como estas. Las respuestas ha de buscarlas cada uno en sus propias alforjas.