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Crítica: "The Guilty", por María Buenaposada

Este viernes llega a los Cines Groucho, de la mano de Caramel Films, The Guilty, el nuevo thriller de Gustav Möller que ha conquistado al público y a la crítica en numerosos festivales. Este film danés, tras ganar el Premio del Público en el Festival de Sundance, ha sido el elegido como representante de su país en los Oscar que se celebrarán en 2019 para el premio a 'Mejor Película Extranjera'. Además, por lo que sabemos, tiene muchas papeletas para ser una de las películas finalmente elegidas para optar por el galardón.


Para entrar en el contexto del film, el director nos presenta a Asger Holm, el protagonista, un policía que ha sido retirado de su cargo por un caso de asesinato y relegado a operador del servicio de emergencias. Durante el turno de noche recibe la llamada de una mujer que dice estar secuestrada por su marido y teme por su vida y la de sus hijos. A partir de este momento, Asger pone todos sus conocimientos sobre la mesa para ayudar en la búsqueda y localizar la llamada. Desde su posición de operador no puede realizar todas las gestiones que le gustaría, así que contacta con antiguos compañeros que le ayudarán en su investigación al margen.

Durante los casi 90 minutos de duración, el director nos presenta un solo escenario: el interior de la oficina de recepción de llamadas de emergencia. De la misma manera, Asger Holm, interpretado por Jakob Cedergren, es el único personaje principal al que se le ve en todo momento. De este modo recae sobre él todo el peso interpretativo actoral de forma presencial. Aún así, los papeles de Iben, la mujer que alerta de su situación, y Matilda, su hija, destacan por la capacidad de credibilidad que otorgan tan sólo usando su voz.


Categorizada como thriller, esta película tiene elementos dramáticos así como dos o tres momentos cómicos que resaltan por su inesperada presencia. La banda sonora es apenas inexistente, y es el sonido ambiente, así como el de los objetos que rodean al protagonista, el que nos mete de lleno en el ambiente tenso en el que nos encontramos desde el inicio, en ocasiones causándonos una sensación de claustrofobia asfixiante.

Gustav Möller ha sabido llevar los momentos de mayor y menor tensión con estrategias muy diferentes pero igual de efectivas, durante las escenas de silencio o de espera de las llamadas el espectador no se siente impaciente ya que mientras nos están contando la propia historia de Holm, que va avanzando de la mano junto con la principal y que tienen el clímax final prácticamente al unísono.

Gracias a que la mayoría de los personajes tan sólo los conocemos por el sonido de sus voces, el espectador, y sobre todo su imaginación, forman una gran parte de esta historia ya que requiere de su implicación para que interioricemos la historia por completo. Este truco es una buena forma de mantener a la audiencia atenta y expectante a lo próximo que van a oír. La iluminación es tenue y se basa en las bombillas blancas características de las oficinas así como en el contraste de la oscuridad y el rojo de la luz de aviso de llamadas.


Todos estos ingredientes han sido cocinados y servidos con astucia durante la hora y media de duración y han logrado que una película con un presupuesto de producción aparentemente escaso esté a la altura de thriller curtidos en efectos especiales. Sin duda uno de los visionados obligatorios de este año y de los que tendremos que estar muy atentos en los premios Oscar que se celebrarán en febrero de 2019.