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Crítica: "La noche de Halloween", por Javier Collantes

Cuarenta años después del emblemático film La noche de Halloween nos llega, a modo de homenaje, una revisitación del mencionado clásico del cine de terror y psicópatas que, con tanta maestría, dirigió el extraordinario director John Carpenter, una película de 1978 que, trascurrido un tiempo y a través de nueve entregas -unas con mayor acierto, otras de menor incidencia-, ha conformado una saga sobre un asesino sin reparos en sus actos, un personaje nacido para matar.


Después de  Halloween 2: Sanguinario, Halloween 3: el día de la bruja, Halloween 4: El retorno de Michael Myers, Halloween 5: La venganza de Michael Myers, Halloween: La maldición de Michael Myers, Halloween H20: 20 años después, Halloween: Resurrección y  las precuelas de Rob Zombie, Halloween: El origen y Halloween II, el director David Gordon Green nos ofrece en esta nueva entrega un excelente slasher ochentero protagonizado por una Laurie Strode que tendrá que volver a enfrentarse al tremendo asesino de la máscara.


Michael Myers reaparece en la noche de Halloween, cuarenta años después, con la preparación más calculadora para un  enfrentamiento de pura venganza, sin paliativos de ningún orden. Bien dirigida, y ofreciendo un ejercicio de cine en su pura esencia con terror y humor -sin abusar del golpe de efecto-, La noche de Halloween mantiene una estructura narrativa muy equilibrada acompañada por una fotografía cuya paleta de colores crea en cada secuencia la iluminación justa.


Así se desarrolla un argumento lleno de persecuciones, gritos y luchas, un alarde de cine emblemático del género, miedo en base a la personificación del ser aniquilador, y todo ello con una banda sonora que rememora la dosis de música electrónica de su primera entrega como peso específico de la trayectoria del relato. Muy destacable la presencia de Jamie Lee Curtis en su registro interpretativo, su 'estar' es una marca del engranaje de un film de culto.


La noche de Halloween es un film completo que se disfruta sin esfuerzo, su metraje ajustado al entramado de su argumento es la combinación perfecta de un cine de puro entretenimiento pero con calidad y emoción que discurre a través de una colocación de la cámara, diálogos y sustos resultado de mirar al inicio de la franquicia. Una explosión del verdugo y la victima con un análisis inacabado e interrumpido, sincronía cinematográfica de clase B con nota A, sobresaliente.