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Crítica: "Las distancias", por Paco España

Las distancias es un retrato generacional a través de cinco amigos que rondan los 35. Elena Trapé es una directora y guionista que tiene una gran capacidad para hacer retratos generacionales, como ya mostrara en el largometraje Blog (2010) sobre un grupo de chicas de 15 años, además de utilizar la cámara para sacar de los personajes un contenido bastante mayor del que muestran las simples imágenes, como se demuestra en los cortometrajes Pijamas (2008) y No quiero la noche (2006).


Las distancias ha sido la película ganadora en el pasado Festival de Málaga - Cine en Español, donde acaparó los premios a Mejor Película, Mejor Dirección y Mejor Interpretación Femenina para Alexandra Jiménez, que recrea un personaje con un parecido más que razonable al que interpretó en Café para llevar, de Patricia Font, ganador del Goya al Mejor Cortometraje de Ficción en 2015.


Elena Trapé firma, con Las distancias, el certificado de defunción en las relaciones de amistad de un grupo de amigos, si es que esa amistad existió en algún momento y no fue una simple utilización egoísta del otro. Una vez más, la directora utiliza la cámara para observar a los personajes con una inusual profundidad y asusta ver el absoluto vacío que asoma en su interior. El guión se las arregla para provocar la separación de los personajes, que deambulan perdidos por la ciudad de Berlín, con la desconocida intención de encontrarse a si mismos.


Al final de la década de los 80 se podía ver, en la única televisión existente entonces, un retrato generacional titulado Treinta y tantos, una serie con un seguimiento considerable que mostraba la crisis de la generación Yuppi norteamericana y donde ya se podía ver el vacío existencial que se intenta llenar con elementos materiales, siendo los amigos y amigas meros instrumentos para la consecución de los mismos.


Las distancias no da tregua. Con escasa iluminación, predominando la cámara al hombro, carece de cualquier tipo de secuencia amable que aligere la carga del espectador. Resulta implacable hasta el consecuente final. Una experiencia difícil.