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Crítica: "Misión: Imposible - Fallout", por Javier Collantes

El denominado cine de espionaje ha otorgado diversos ángulos narrativos y puntos de vista, muchos de ellos estrictamente comerciales y otros menos contestatarios, a unas realidades políticas de determinadas épocas, vehículo de conducción cinematográfico a una serie de situaciones emocionantes que, por lo general, ofrecen resultados altamente satisfactorios tanto en  el terreno de recaudaciones en taquilla como del trato favorable de la crítica especializada.


A este ejemplo corresponde la nueva entrega de esta franquicia, Misión: Imposible - Fallout, que sirve para redactar en imágenes una aventura a través de los ojos del Ethan Hunt interpretado por Tom Cruise, su equipo IMF y algunos aliados conocidos, en una carrera a contrarreloj. Después de una misión fallida, al agente encubierto le toca luchar contra el terrorismo, los engaños, la manipulación, el pasado... en una trama de relaciones oscuras y complicadas.


Repleta de acción y con una coreografía trepidante de coches, motos y helicópteros con persecuciones en París, Londres, Nueva Zelanda, Noruega... sobre un macguffin con estilo, esta sexta entrega resulta un film comercial sobresaliente hasta con sus dosis de romanticismo y emoción. La grandiosidad es resultado de la precisión de las secuencias de disparos, acrobacias, miradas, 'buenos' y 'malos'... pero también de los diálogos y encuentros intensos en cada plano.


No vamos a hablar de la técnica narrativa, Misión: Imposible - Fallout es, simplemente, un relato que dignifica la clase de cine rodado para entretener, pero sin descuidar el resto de razones. Tom Cruise, extraordinario, en cada instante, arrollador; Rebecca Ferguson, Henry Cavill, Simon Pegg, Michelle Monaghan, Alec Baldwin, Angela Bassett... protagonizan un majestuoso entramado, a lo largo de 147 minutos de metraje en la que nada es lo que parece.


Acompañada por una composición sonora milimétrica, este proceso de búsqueda se convierte, con unos tramos sin baches pero con datos y lugares, en un ejercicio de cine realizado con pulso, a golpe secuencial, manteniendo la esencia del guión creado para dejar al espectador clavado en la butaca. Esta misión no es imposible, ni se cae, se mantiene  al nivel de sus predecesoras misiones y, posiblemente, supera el listón de lo esperado... más allá de los 5 segundos.