Esta película aprovecha la inercia de las últimas corrientes sociales en busca del empoderamiento femenino. En la estructura ranciamente conservadora de una cofradía de Semana Santa, al igual que su organización nodriza -como demuestra la actitud y el comportamiento del sacerdote de la parroquia-, se dirime una lucha por llegar a ser hermano/a mayor, algo que, de resultar ganador el personaje de Carmen, sería la primera vez que una mujer podría alcanzar el puesto de mayor responsabilidad en dicha cofradía.
La producción de Mi querida cofradía es de la ESCAC Films, es decir, que se trata de un trabajo de escuela de cine, concretamente de la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña y, como ejercicio, puede ser digno, pero lo que pasa es que el sufrido espectador paga sus euros para ver una película, no un ejercicio. Queda bastante claro en su planteamiento que se trata de dar una nueva visión sobre la lucha de la mujer en un mundo mayoritariamente dominado por hombres, pero esto no pasa de sus primeros diez minutos, igual a su interesante resolución en sus últimos diez minutos, pero ¿qué pasa en los otros setenta?
Pues se trata de un enroque tedioso, circular y repetitivo que no va a ninguna parte y que se sustenta con dificultad por los estupendos trabajos de su protagonista, la veterana Gloria Muñoz, de Pepa Aniorte y del siempre enorme Manuel Morón. En la escritura del guión estaba claro cual era el planteamiento y el desenlace, pero el nudo era una incógnita que nos desvela una penosa realidad, que no había nada que contar en esa parte, con lo cual podría haberse convertido en un cortometraje interesante que hubiera servido para reflejar la misma realidad de manera más concreta y eficaz.
Muy probablemente, los responsables de esta película hayan recibido en la escuela una buena formación técnica en la realización audiovisual, pero algo tan básico y sencillo, como que todo tiene que estar al servicio de una buena historia que emocione, conmueva y/o divierta al espectador no parece haber quedado tan claro.