Como cada año, por estas fechas, llega el turno para intentar condensar lo mejor de la cosecha cinematográfica de los últimos 365 días, un año, 2017, que, sin embargo, ha terminado por resultar de reajuste, reequilibrio y recalibrado, y donde los títulos de excelencia no se proyectan en abundancia. En esta labor de rescate fílmico, no obstante, podemos vislumbrar destellos varios que, por no repetir lo que otr@s compañer@s han destacado, transitarán en lo íntimo y personal en siete títulos.
En lo que se refiere a secuelas, precuelas... cabe destacar T2 Trainspotting, el regreso de Danny Boyle al seno de su grupo de amigos formado por Mark Renton, Spud, Sick Boy y Begbie, un reencuentro de cine en plena forma que viene con el mejor recurso visto hasta ahora para los flashback de turno, además de una actualización de los problemas de la sociedad en cuestión que, no obstante, siguen aportando fracaso y autodestrucción, pero amistad por encima de todo, un vínculo sustentado de nuevo por una potente banda sonora.
Dos propuestas desde lo conceptual. Por un lado, Crudo, una historia primitiva sobre el latir genuino del ser humano, una historia que plantea diferentes lecturas y que, al ritmo de una banda sonora enigmática e hipnótica, logra seducir y cautivar bajo dosis de adrenalina. Por otro, En cuerpo y alma, una curiosa propuesta que se acerca a los instintos más primarios y a los vínculos más inexplicables para construir una preciosa relación romántica entre dos seres despojados de las etiquetas de normalidad y una narrativa en paralelo que se plantea como un recurso lingüístico de primer orden.
En la margen opuesta de dicha corriente romántica, Regreso a Montauk, fin de la tierra y punto de no retorno para un drama sentimental sobre el amor incondicional y las oportunidades perdidas que el oscarizado Volker Schlöndorff relata con inteligencia y sensibilidad desnudando parte de su propia vida personal, una relación que sustentan una pareja de altura formada por un Stellan Skarsgard que se deja llevar por su condición de literato y una Nina Hoss que le recuerda su lugar pasado, presente y futuro con los pies en la tierra.
Con su condición de visionario lejos de toda duda, Gore Verbinski va un paso más allá con La cura del bienestar, un intenso thriller psicológico que comienza con un preambulo propio del mismísimo Oliver Stone, vagabundea por las estancias del relato gótico más espeluznante durante buena parte del metraje intermedio y reserva para el final una auténtica inyección de sorpresa y descolocación, un truco irreverente de magia en estado puro que acaba por plasmar una tan estrafalaria como motivadora propuesta de serie B al margen de cualquier catálogo de convenionalismos.
Protagonizada por Toni Servillo, Las confesiones se adentra las esferas del poder y las influencias, una dualidad antagonista de la ética y la moral en un entorno manipulador en el que una muerte saca a relucir las miserias propias de las cúpulas más elitistas, un escenario minimalista cerrado a cal y canto en el que los secretos de confesión y las ultimas voluntades conviven entre hábitos que no hacen a los monjes y una espiritualidad que bordea la religiosidad, dependencias compartimentadas en las que silencios y letanías sellan voluntades.
Lejos de la animación digitalizada imperante en estos días, En este rincón del mundo mira hacia un público adulto como recuerdo vivo de la memoria histórica más triste aletargada para siempre en Hiroshima y Nagasaki. La artesanía del dibujo cobra una dimensión propia para hablar de las cicatrices colectivas y de la imposibilidad del aislamiento personal, una dulce y tierna historia de amor que perdura los acontecimientos más aciagos de la humanidad y preserva los sentimientos más altruistas por encima de cualquier resentimiento, una lección magistral en argumento y ejecución.