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Crítica: "El sentido de un final", por Javier Collantes

Con un título tan significativo como memorable en la extensión de su significado, el director Ritesh Batra adapta, de forma libre, la novela homónima de Julian Barnes cuyo contenido se adentra en los aspectos sórdidos del alma humana, combinando las vicisitudes del amor, la soledad y la mentira en una construcción excelente, entre encuadres ajustados, delicados paisajes, diálogos y subtextos atravesados por dos tiempos, dos épocas, los años 60 del siglo XX y la época actual (2.017).


Nos aborda, en el mejor sentido, con los recuerdos de un hombre jubilado, divorciado y misántropo que tiene una vida tranquila, para llegar a dicho y aparentemente controlado momento. Un testamento diario de la madre de una mujer llamada Verónica, que fue novia de este hombre, sirve como instigador para recuperar su pasado, profundizar en sus sentimientos, ver y sentir qué ocurrió en esa época de sus vidas:, las mentiras, la historia, la memoria... Como objetivo: conseguir un sentido a su amargada existencia, olvidar para equilibrar su pasado con su presente.


Una dirección notable, una sobresaliente banda sonora cuyas partituras encajan en cada secuencia sin apenas sobresalir, como ocurre en las grandes ocasiones fílmicas. Destaca el trabajo actoral: Jim Broadbent, Charlotte  Rampling, Michelle Dockery, Harriet Walker... unos registros de escuela británica que, quizás, posiblemente, sostiene el nivel del film. Siendo un relato interesante y digno, sin ser una obra maestra cinematográfica, es de esas películas que aprecia otro tipo de espectador. Cine artístico, con otra estructura, a modo de drama liberador de un personaje.


Con una cuidada fotografía, un ritmo pausado pero no lento, y un guión elaborado, este traslado de libro a cine resulta satisfactorio. Un narrador, una reflexión sobre el paso del tiempo y la posterior comprensión, una clase de cine que pertenece a otros tiempos suficientemente válida y para estudio de otras generaciones. Obra elegante, sin apenas fisuras, en la que se entra de lleno, una muestra del cine academicista sin apenas parecerlo.