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Crítica: "La la land (La ciudad de las estrellas)", por Javier Collantes

Existen géneros cinematográficos que permanecen imborrables en la memoria del espectador. Clásico, y a su vez moderno, el musical regresa, casi sublime, con el paso del tiempo y convertido con fuerza en añoranza del glamour de Hollywood. Como una fiesta para los sentidos, dicho género renace a través de La la land (La ciudad de las estrellas), cuyo director, Damien Chazelle, ya demostró habilidades para el mismo en Whiplash, revisión musical sobre La chaqueta metálica.


En esta ocasión, a modo de homenaje, nos ofrece un nuevo trabajo sobre otras épocas del séptimo arte. En un nuevo viaje hacia la música, su historia nos conduce a la ciudad de Los Ángeles, lugar donde se desarrolla su argumento: una aspirante a actriz, que trabaja de camarera mientras se presenta a numerosos casting sin suerte, y un pianista de jazz. Un encuentro entre ambos será el detonante para un idilio y, a su vez, la búsqueda de sus respectivas vocaciones artísticas.


En un espacio entre el cine y la canción, y como nexo la ciudad, amor, canciones, coreografías... homenaje destacado con un inicio 'de película', un insinuante número de baile con un tema musical realmente espectacular. Desde entonces, relato colorista, en tecnicolor y cinemascope, grandiosidad que emociona en cada secuencia. Según avanza la narración, el ritmo se manifiesta con más palabras y menos música.


Sus intérpretes, Ryan Gosling y Emma Stone, configuran un extraordinario tándem. En cada plano, suman a dos bandas y en la misma frecuencia la poderosa energía que ambos emiten. Grandes voces, cada uno en su registro, realizando, a cada paso, un tour de force con un sobresaliente romance. Sin ser una obra maestra, sí logra ser una excelente película que bebe de fuentes fílmicas como Los paraguas de Cherburgo, Cantando bajo la lluvia, Un americano en París...


Tantos clásicos, murales retrospectivos desde la añoranza de una mirada, enardecen esta historia intensa, vibrante, emocionante. Rodada con un convincente pulso narrativo, cuya puesta en escena resulta sorprendente y añadiendo el tema principal de su score musical, cuya repetición a lo largo de su metraje se presenta como un regalo para el espectador.


Una historia sin falsa nostalgia, un resultado casi perfecto: dirección artística, ambientación, decorados... que, con una similitud a Corazonada -otro film extraordinario-, recomponen una parte de la historia del cine. Las estrellas se encuentran, en un final apoteósico, una gran obra cinematográfica que apunta al Oscar o a muchos galardones mientras tararea La la land.