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Crítica: "La Reina de España", por Paco España

En un momento de la cinta, el personaje de Macarena Granada (Penélope Cruz) le dice al personaje de Ricardo Darín Jr., que probablemente sea el intérprete que más réditos obtenga de esta película, '¿ves tú alguna niña por aquí?'. Y es completamente cierto. Ni rastro de "La niña de tus ojos", ni de su ritmo, ni de su eficacia narrativa, ni de sus espléndidos momentos musicales, ni del estupendo equilibrio entre comedia e intriga... Desde el momento en el comienza la película esperas que arranque, pero van pasando los minutos y esto no sucede. 


Ni la magnífica ambientación, con multitud de localizaciones tanto urbanas como rurales; ni el estupendo y merecido homenaje a los artesanos del cine de los años 40, con sus increíbles maquetas, superposiciones y efectos completamente analógicos; ni el numeroso plantel de actores y actrices de primera fila, en el que, curiosamente, destacan Antonio Resines y Jorge Sanz (mi amigo Fernando diría también Ana Belén, bueno vale, también ella) con unos personajes mejor perfilados; ni el regreso en un pequeño papel de ese gran actor maldito llamado Guillermo Toledo...


Tampoco el reencuentro de los actores estadounidenses Mandy Patinkin y Cary Elwes tras "La princesa prometida", de 1987; ni la aparición del prestigioso director mexicano Arturo Ripstein como productor judío de una producción católica... Nada de esto logra que el conjunto arranque, hasta llegar a la secuencia final, en la que el motor de esta película gripa por completo, secuencia con una, en teoría, alta dosis de conflicto dramático entre los personajes de Macarena Granada y Franco (un estimable Carlos Areces).


Ni se ha producido un encuentro anterior entre los personajes, ni el guión ha dado ninguna pista, más allá que sepamos que el padre de Macarena murió en la cárcel, que suponga una progresión dramática que desencadene esta secuencia. Parece que Fernando Trueba quiere dar cumplida cuenta de los que, tan sistemática y pertinazmente, torpedean la cultura en España. Especialmente con la expresión, nada sutil, que pronuncia Penélope para dar por finalizada la secuencia: 'Lo que usted diga, Generalísimo, me lo paso por el coño'. 


Sin parecer darse cuenta que el apellido Trueba es uno de los mas prestigiosos e historia viva de nuestro cine, y que no necesita demostrar nada a nadie, el maestro Trueba debería saber que este tipo de platos se sirven fríos y quema los labios. Si Billy Wilder sigue siendo su Dios, como dijo al recoger el Óscar por "Belle Epoque", quizá debiera volver a ver "El apartamento", "Testigo de cargo" y "Primera plana" en sesión continua.