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Crítica: "La puerta abierta", por Paco España

"La puerta abierta" cuenta la historia de Rosa (Carmen Machi), una amargada prostituta de bajo standing, su madre Antonia (Terele Pávez) o María Luján de nombre artístico -ex prostituta, discapacitada y pegada a su silla de ruedas-, y Lupita (Asier Etxeandía), prostituta travestida y de buen corazón. Estos tres personajes, maltratados y golpeados por la vida, se esfuerzan en sobrevivir y protegerse las unas a las otras. A estas tres vidas llega una niña, hija de otra prostituta rusa de la corrala, muerta por sobredosis, que les proporciona luz y un objetivo vital. 


La directora de esta película es Marina Seresesky, actriz bonaerense que ha sido atraída por la dirección en los últimos tiempos. Sus últimos cortometrajes: "El cortejo" y "La boda", que ha recibido más de 100 premios, entre ellos la nominación al Premio Goya al Mejor Cortometraje de Ficción. Al igual que estos cortos, "La puerta abierta" es una curiosa mezcla entre cuento de hadas y drama social. Este planteamiento facilita que se de un final feliz, difícil de entender para la vida y la trayectoria de esos personajes. 


El guión está supeditado a lo que se quiere contar y a la salida que se le quiere dar a los personajes, lo que hace que no se alcance la coherencia necesaria ya que éste está al servicio del desenlace argumental que se busca, por ejemplo, el episodio último de la prostituta travestí o el mismo final, al que no se pude buscar demasiada verosimilitud.


Eso no es obstáculo para conseguir una gran empatía con los personajes, vidas en las que el espectador se introduce sin problemas, siendo partícipe de sus dramas. Esta empatía, sin ninguna duda, está enormemente facilitada por la estupenda interpretación de los tres personajes principales mencionados, además de otros como Paco Tous, Sonia Almarcha ("La hiena") y Mar Saura, que realizan una estupenda labor y contribuyen a la buena calidad del conjunto. 


"La puerta abierta" es un producto amable, a pesar del drama social que presenta, y se deja ver con facilidad, a pesar de la dureza de las situaciones vitales de sus personajes. Marina Seresesky, en su labor de dirección, hace una labor estimable, siendo una voz necesaria en una industria mayoritariamente masculina. Esta película supone un tránsito exitoso del cortometraje al largometraje, algo que no sucede en todas las ocasiones.