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Crítica: "Mascotas", por Jesús Caro

Después de las más que solventes y destacables entregas de "Gru, mi villano favorito" y el correspondiente 'spin-off' de los Minions, el estudio Illumination Entertainment apuesta por ofrecer un muy entretenido producto de animación, con cierta personalidad, que se desmarca de la competencia existente, plagada de secuelas y adaptaciones de videojuegos.


"Mascotas", posiblemente, no sea la cinta de animación más original. De hecho, se podría definir como "Toy Story" protagonizada por animales: dos personajes muy diferentes que están obligados a llevarse bien y solventar sus diferencias, un suceso por el cual se pierden y deben encontrar la manera de volver a su casa (¿Argumento familiar? ¿Alguien ha dicho premisa principal de la mayoría de películas de Pixar?).


El comienzo del film son una sucesión de gags cortos, bien encadenados, llenos de frescura y de humor apto para todos los públicos (algo que quizá se está echando de menos en la animación actual, más preocupada en entretener a los mayores en vez de a los pequeños de la casa) con momentos muy divertidos, una presentación ágil y dinámica de los personajes.


Los protagonistas animales, Max y Duke, están dotados de mucha personalidad, no se incide en demasía en sentimentalismos para que nos terminen cayendo bien y les cojamos cariño. La secundaria Bridget imprime algunos de los momentos más simpáticos, acompañada de una tropa animal de lo más variopinta, así como el destacable 'roba planos' de la película, el villano de la función que, en esta ocasión, está representado por un conejito blanco tan desquiciado y loco como divertido.


Gran parte de la cinta es una espectacular persecución por las calles de Nueva York, de lo más disparatada, repleta de referencias cinematográficas (Hitchcock, Wilder o un número musical estilo "Grease") y con situaciones rocambolescas que consiguen llevar a buen puerto su misión: hacer pasar un buen rato durante 90 minutos. Impagable la historia previa con una nueva aventura de los Minions, loca y absolutamente delirante, un amable entretenimiento que se visiona tan rápido como se olvida.