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Crítica: "Dioses", por Javier Collantes

En modo y forma literal, este film se encuentra en el apartado de historia basada en hechos reales, que, con sus virtudes y subjetivismos narrativos, conforma un relato al uso, pero con una visión más política o, quizás, combativa en su amplio contexto del mismo. Se trata, pues, de una crónica que se centra en un cirujano que consiguió realizar el primer trasplante de corazón en Polonia, en la década de los 80, con todas las dificultades de un sistema férreo, tanto político como médico.


Su tratado combina la desmesurada ambición por parte de unos y la moralidad propia de unos determinados tiempos sociales. En este orden de cosas, nos encontramos con una historia protagonizada por un personaje de tono liberador, y, sobre manera, capacitado para cambiar aspectos del mundo a través de la medicina, para salvar vidas como un idealista que lleva a cabo su sueño envuelto en una textura fotografía sobresaliente.


En lo que a aspectos estrictamente cinematográficos se refiere, esta película resulta, sin ser una gran película, estimable, situándose, al menos, en la orilla de las propuestas sinceras que no pretenden engañar al espectador. A pesas de ser un drama de tintes burocráticos de otro siglo, en un país con un sistema encerrado en otras directrices, logra combinar, pese a alguna irregularidad que otra, cierto sentido del humor.


Sobre un desarrollo argumental sencillo y eficaz, sin sobrecargar los tintes sentimentales y manteniendo siempre el equilibrio a pesar del exceso de metraje, algún momento secuencial resulta distante y parece terminar por diluir el conjunto, aunque remonta el vuelo gracias a una dirección correcta, a un aceptable guión y a un reparto interpretativo que contiene registros notables. Cine con otros sentidos, curioso e interesante.