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Crítica: "Steve Jobs", por Pelayo López

Configurado en una estructura tripartita de celdas de código binario*, este nuevo biopic del genio de la manzana presenta una interconexión de diseño con el oscarizado "Birdman", de Alejandro González Iñárritu, patente de corso que deja claro, igualmente, el extendido sistema operativo del 'copy & paste'. *Los tres hechos significativos de esta segunda biografía fílmica sobre Steve Jobs, las dos en menos de un lustro desde su fallecimiento, son las presentaciones de sus tres productos estrella, cada uno con su respectivo flashback situacional, orquestados al ritmo de una tarjeta de sonido por un Danny Boyle a gusto entre pasillos y bambalinas.


Paradójicamente al contrario de buena parte del indexado matricial del gurú tecnológico, la aparente sencillez del diseño de la carcasa de esta CPU libera el verdadero potencial del lenguaje de programación escrito por la prodigiosa capacidad de Aaron Sorkin ("La red social"). Sin embargo, con este bombardeo masivo de gigabits de información, propio de un guión exponencialmente magistral, la memoria del procesador del espectador resulta fundamental para conseguir el máximo rendimiento y sacarlo todo el partido. Relaciones personales y empresariales marcadas por el funcionalismo visionario versus una mínima empatía, oculta pero existente en su propio formato. 


La icónica silueta de esta reconocible figura, Jedi de la cienciAlogía, tiene los atributos físicos de Michael Fassbender. El reciente Macbeth dota de enérgica contención y celeridad explosiva la irascible volatilidad del equilibrio racioemocional entre el hardware y el software del fundador de Apple. Esa ambigua dualidad entre genialidad y locura queda en manos del control+Shift de su asesora Joanna Hoffman, una Kate Winslet siempre maravillosa que encabeza un listado de periféricos cuyo nexo de unión con la placa base conforma el hilo conductor monitorizado, poder audiovisual a escena en formato promo.


Colaboradores de garaje, socios corporativos, medios de comunicación y, especialmente, su (no) hija... principio y fin de los mencionados tres actos en su camino al reseteo de la culpa, penitencia y redención. En definitiva, y sin entrar a comparar las prestaciones de celuloide de la otra versión en el mercado protagonizada por Ashton Kutcher y ninguneada injustificadamente de manera sectaria, este modelo nos ofrece los mordiscos de realidad analógica que acabaron por consumir y desenchufar la fuente de alimentación de la posición privilegiada y de grandeza del iMacJobs.