Cuando no se pone toda la anunciada carnaza en el asador desde el primer momento, algo falla. Si basas toda la promoción en la chicha, la reservas para el acto final y la entregas racionada como una tarta de boda, el colectivo mayoritariamente femenino al que va dirigido tu producto puede que la única tableta que desee llevarse a la boca sea la de chocolate... o las galletas Oreo favoritas de 'Magic'... ya puestos, esta película parece un 'food truck' a base de brebajes proteínicos. Aunque la gran tra(n)ca final (inevitable no dejarse llevar por los juegos de palabras) sacude la butaca con unas coreografías lascivamente yogurth-'lácteas', lo cierto es que a buena parte de la audiencia le costará meterse en situación por el sopor acumulado durante el cansino trayecto que supone esta 'boys road movie'.
Mientras que la primera entrega tenía cierto interés por la consecución del sueño del protagonista y la profesionalidad incuestionable de Steven Soderbergh detrás de las cámaras, en esta ocasión ni argumento ni realización salen bien 'parados'. Después de tres años, Mike se ha retirado de la vida de stripper y los 'Reyes de Tampa' están dispuestos a tirar la toalla. Sin embargo, una situación así merece una despedida a lo grande y nada mejor que decir adiós compartiendo escenario en Myrtle Beach y su convención anual de 'boys'. Confesiones, rencillas y colegueo 'cuasi-gay' queman carretera. Demasiados diálogos con presunción de interés y sentencia de aburrimiento. Para colmo, Gregory Jacobs ("Al filo del mañana") se saca de la 'manga' poner la cámara donde 'cuadre' y 'alarga' la itinerancia 'sin medida'.
Los esculturales cuerpos de Channing Tatum, Matt Bommer y Joe Manganiello vuelven a hacer de las suyas con movimientos pélvicos y habilidades 'orales'. Para suplir la importante baja de Matthew McCounaghey se ha subido al barco, como 'maestra de ceremonias', una Jada Pinkett Smith que luce color y presencia tanto como saber estar. Ella es una de las incorporaciones femeninas.
Sin duda, curiosamente, lo mejor de la película, que, por otro lado, le otorga mucha importancia a sus propios 'preliminares' y a la seducción vocal. La otra veterana es la afortunadamente recuperada Andie MacDowell, una madura divorciada con ganas de fiesta y probar las bondades de los dioses. Junto a ellas, una Elizabeth Banks que últimamente parece siempre en el mismo papel de "Los Juegos del Hambre" o "Dando la nota 2" y la más joven Amber Heard, una pseudo-cultureta a la que, sin embargo, acaba sacando una sonrisa 'vertical' el sensual y próximo contoneo del mago Mike.
Puede que resulte ofensiva la comparación, aunque no sé muy bien en qué dirección, pero para coreografías de nivel y erotismo urbanita, más allá de las presuntas reinvenciones de los ya conocidos números de la anterior entrega, esta secuela debería haber hecho los deberes y podría haber tomado buena nota de un clásico infatigable que conserva mejor forma como "Flashdance". Sirva como muestra "I Want It That Way", de los Backstreet Boys, que vuelve a sonar al igual que ya lo hizo, por ejemplo, en "Primos", de Daniel Sánchez-Arévalo. Lamentablemente, el 'mago' no tiene 'nada' que 'sacarse' de la 'chistera'.