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Crítica: "Lejos del mundanal ruido", por Javier Collantes

Cuando los denominados 'remakes' se convierten en meras especulaciones narrativas, sin ningún sentido, es que algo ocurre en su respectivos niveles fílmicos. Por una parte, innecesarios; por otra, acertados. Dependiendo de sus oportunistas circunstancias comerciales o de sus justificables pretensiones artísticas de autoría y distinción. A dicho ejemplo corresponde el film que nos ocupa.


Dirigida por el realizador danés Thomas Vinterberg, procedente del denominado movimiento Dogma y reconocido firmante de títulos como "Celebración" o "La caza", esta nueva versión de la obra de Thomas Hardy transita por un recorrido diferente al film de 1967 dirigido por John Schlesinger y protagonizado, de manera prodigiosa, por Julie Christie, Peter Finch, Terence Stamp y Alan Bates.


El tratamiento actual de la misma historia resulta más frío, exento de pasión, analítico y distante, una visión liberadora de una mujer independiente con una fuerte personalidad en la Inglaterra victoriana. En este contexto y en torno a esta protagonista, se introduce la naturaleza humana: el deseo, el amor, la resistencia a las adversidades, las consecuencias de las decisiones...


Tres pretendientes: un ganadero, un militar y un adinerado. Todos enamorados (o no) de la misma mujer. Un film irregular, entre momentos notables y otros desacertados, que se construye sobre un romanticismo introspectivo, apartado de grandilocuencias aunque a base de ciertas concesiones argumentales. Entre sus elementos destacados, el talento interpretativo de Carey Mulligan, una fotografía pictórica en consonancia, una banda sonora inapreciable (y no por su incontinente presencia)...


En resumen, un poso del sentido de folletín bien entendido como algo aburrido, con aspectos interesantes pero a muchos años luz cinematográficos de diversos títulos con mayores sentimientos y sensaciones en paisajes físicos y poéticos. Una película presentable, desigual, plana, un bloque de hielo sito en un lugar sin ruido. Así pues, ni mundanal ni cercana.