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Crítica: "Cenicienta", por Pelayo López

Una vez superado el inestimable escollo del conocido desarrollo y desenlace de una historia sempiterna, donde además el mensaje de la generosidad y el valor que se pretende transmitir al espectador se proclama a viva voz en innumerables ocasiones, lo cierto es que, a pesar de las reticencias iniciales, esta nueva versión del cuento clásico, en manos del talento de Kenneth Brannagh, termina por parecer resultona. El otrora actor, centrado ahora únicamente en su labor tras las cámaras, denota un pulso narrativo fluido y exhibe un diseño de producción a la altura de las circunstancias.


La historia popularizada por Disney, que en esta ocasión convierte por arte de magia en carne y hueso, parece un híbrido entre un par de títulos previos del propio 'discípulo' de Shakespeare: "Mucho ruido y pocas nueces" y "Hamlet", lógicamente evidenciando un parecido razonable con la primera en lo que a escenarios de campiña y uniformes de campaña se refiere y, en el caso de la segunda, emulando las tramas palaciegas y cortesanas, eso sí de una manera mucho más banal y con mucha menor profundidad filosófica. Una familia feliz, la muerte de los padres, una madrastra y dos hermanastras, un príncipe encantador, un baile de pedida, un zapato huidizo... 


Si uno se para a pensar, aunque (spoiler) este cuento de princesa, como dicta la norma, termina con la pareja de ensueño viviendo felices y comiendo perdices, resulta inquietante el lado siniestro y tenebroso del punto de partida: la inocente felicidad arrebatada. A continuación, la vejación y la humillación continuadas, con ciertas connotaciones religiosas, poniendo la cara de un lado y otro sin revuelta alguna, únicamente encubierto bajo el halo de una rebeldía puerilmente enamoradiza. Por otro lado, el presunto aura de campesina no resulta tal. No en vano, el germen familiar está anclado en una burguesía mercantil.


Respecto al reparto, Cate Blanchett ("Blue Jasmine") ofrece uno de sus papeles recientes menos intensos en su calidad de madrastra. Justo al otro lado de la balanza, la camaleónica Helena Bonham Carter ("Los miserables") aprovecha sus pocos minutos como hada madrina con el punto justo de histrionismo y la virtud interpretativa de su varita mágica. La pareja de protagonistas, Lily James ("Downton Abbey") y Richard Madden ("Juego de Tronos"), transmite cierta química, sobre todo ella. Sirva recordar que, como en la totalmente antagónica "50 sombras de Grey", los presuntos papeles masculinos dotados del poder quedan a merced de la voluntad femenina. ¡Ojo al uso cromático de las tonalidades azul, rosa y verde!. Aunque los reyes de la fiesta son el ganso y los ratoncitos... 


Para los más románticos, tres momentazos: cuando el príncipe le pasa la mano por la 'cintura de avispa', en el primer baile, y Cenicienta sólo acierta a responder con una exhalación orgásmica; la posterior y seguida visita al 'jardín secreto', una desnudez emocional que sólo consiguen cierto tipo de conexiones espirituales; y, por supuesto, el proceso de transformación para ir al baile, sobre todo con las mariposas azules tejiendo la mejor moda del momento. En resumidas cuentas, sin ser una joya de Swarovski como los zapatos de Ella, esta nueva versión de "Cenicienta" cumple su cometido con creces gracias a que todos los elementos se conjugan como si bailasen al ritmo de "Bibidi Babidi Bu".