No soy muy fan de Clint Eastwood, lo reconozco. Y esta película no es un proyecto suyo propio -de hecho, la iba a dirigir Steven Spielberg-, lo cual es una desventaja. Con estas dos premisas sobre la mesa, lo curioso es que, pese a todo y para mi sorpresa, me he quedado descolocado. A unas cuantas horas de su visionado, aún no sé si continuar enrocado en mi falta de conexión con el veterano realizador o si, por el contrario, darle un voto de confianza ante una mayor precisión respecto a mis gustos y preferencias. Dicho lo cual, esta película es, sobre todo y por encima de todo, una 'patriotada'.
Este drama es una autobiografía sobre Chris Kyle, un 'seal' del ejército USA apodado 'leyenda' por las cifras de víctimas sumadas desde su platea de francotirador. Pero vayamos por partes. Mejor dicho, de tres en tres. En primer lugar, sus orígenes. La instrucción infantil a base de domingos familiares de caza y biblia. De ahí, los tres tipos de personas en el mundo y el adoctrinamiento paternal sobre su futura misión: ovejas, lobos y perros pastores. En segundo lugar, sus prioridades: Dios, patria y familia. Así pues, el evidente comportamiento como 'elegido y salvador' condicionan sus preferencias y escalonan sus objetivos vitales, aunque esporádicamente los remordimientos salgan a flote y haya que buscar auto-justificaciones para volver a aletargarlos. Para más inri, su duelo letal con su homólogo insurgente.
Entre los handicaps -más allá de errores de continuidad o bebés 'reborn'-, fundamentalmente, su doble línea narrativa: la estructura de acción con sus despliegues militares en el campo de batalla por un lado (supera a "La noche más oscura") y, por otro, el bloque doméstico a base de 'permisos y licencias' (ve de lejos "Nacido el 4 de Julio"). Esta construcción argumental no permite incidir en su, a priori, objetivo principal: la irremediable disfuncionalidad personal y familiar consecuencia de los traumas bélicos (in)conscientes. Quizás, lo más sorprendente de todo este asunto, es la propia moraleja de la muerte real de Chris Kyle, a manos de un ex-compañero veterano. La inesperada misericordia de la redención esquiva sale al encuentro en manos del verdugo más insospechado y en la situación más equilibrada.
A su favor, y algo de agradecer reconociendo su diana principal, no se posiciona ni trata de analizar las causas del conflicto bélico en cuestión. Además, su sonido resulta extremadamente brillante, silbando el fuego cruzado en nuestros oídos en la línea del inalcanzable Michael Mann. Las escenas de acción, pese a la seguridad del desenlace positivo, propician la atmósfera de tensión necesaria para resultar inquietantes y despertar la incertidumbre y las dudas en el espectador. Respecto a Bradley Cooper, lo siento. No me acaba de convencer ni en comedia ni en drama. Reclamar atención sobre Sienna Miller ("Layer Cake"), actriz y modelo cuya vida fuera de las pantallas minimiza su calidad interpretativa. En definitiva, utilizando jerga militar en prácticas de disparo, "El francotirador" levanta polvo.